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CHINA, EL VIAJE SOÑADO

Escribe: Luis Gonzales Posada

Para qué recorrer 28, 182 kilómetros o casi 30 horas de navegación, que es la distancia y el tiempo entre Lima y Pekín, cuando el comercio de carne puede incrementarse aplicando el Tratado de Libre Comercio,

Resulta complejo entender a la presidenta Dina Boluarte Zegarra, porque en circunstancias que tiene una ectoplasmática aprobación de 5%, varias investigaciones abiertas en el Ministerio Público y mociones parlamentarias solicitando su vacancia, con su hermano y abogado presos, se le ocurre la idea de viajar a China el mes de junio con el insólito propósito de estimular la venta de carne nacional al gigante asiático.

Así lo ha anunciado el ministro de Desarrollo Agrario, Ángel Maneroy, no el ministro de Relaciones Exteriores, Javier González Olaechea, como correspondía funcionalmente.

Como diría Ripley, “es verdad, aunque usted no lo crea”, pero debemos creerlo considerando que la mandataria apurimeña tiene extraños giros en su personalidad.

En lugar de mostrarse humilde y recatada en el ejercicio del cargo, proyectó una ofensiva frivolidad exhibiendo pulseras de oro y brillantes, costosos relojes y ropa de marca de procedencia indeterminada, además de realizarse en secreto una operación de cirugía estética que la mantuvo oculta dos semanas.

Lo hacía mientras repetía machaconamente que era la primera mujer presidenta en 200 años de vida republicana, pero obviando precisar que no fue electa sino que ocupó el puesto por la destitución del corrupto y golpista Pedro Castillo, sin recordar que fue su ministra de Inclusión Social durante 16 largos meses sin decir una palabra sobre las pillerías de su jefe político.

Asimismo, pretendió hacer pasar como visita de Estado una reunión con el presidente norteamericano Joe Biden, cuando solamente se trató de un encuentro en la escalera. Sin embargo, la mandataria había anunciado precipitadamente que “ya me han informado que tengo coordinada una reunión bilateral con el presidente Biden, así que ahí trabajaremos y conversaremos sobre el Plan Perú para la lucha frontal contra el narcotráfico…” (EC/05/11/ 2023).

Su engañifa provocó la renuncia de la canciller Ana Cecilia Gervasi y del embajador peruano en Washington, Gustavo Meza Cuadra.

Por esa razón, ni en la agenda de la Casa Blanca o en su cuenta oficial en Twitter – ahora X –   publicaron una imagen de ambos dignatarios en el despacho Oval, a diferencia de los encuentros de Biden con los jefes de Estado de Chile y de República Dominicana, Raúl Boric y Luis Abinader, respectivamente, que incluyeron fotografías.

No se nos ocurre para qué la señora Boluarte pretende viajar a China a reunirse con el mandatario Xi Jinping si ya la Cancillería ha asegurado su presencia en Lima para la cumbre de APEC y para la inauguración del mega puerto de Chancay.

¿Para qué recorrer 28, 182 kilómetros o casi 30 horas de navegación, que es la distancia y el tiempo entre Lima y Pekín, cuando el comercio de carne puede incrementarse aplicando el Tratado de Libre Comercio, suscrito el 28 de abril del 2009, o con una visita de funcionarios competentes de su gobierno?

El viaje es, a todas luces, inoportuno y provocador, porque no será autorizada por el Congreso, que, en respuesta, podría acelerar su desafuero, como demandan cada vez más ciudadanos.

Este desatinado anuncio se hace, además, con una nueva crisis de gabinete por la renuncia del ministro del Interior y en momentos que el país vive aterrorizado por el incremento de la delincuencia: en lo que va del año, en efecto, la Policía ha detenido a 55,507 delincuentes y desbaratado 2,487 bandas criminales.

Esperamos que el canciller, en cumplimiento de sus responsabilidades, deshaga este entuerto que puede provocar el final de un régimen errático e incompetente que sobrevive penosamente, al igual que la Fiscalía, el Poder Judicial y la Junta Nacional de Justicia, todos causantes de este drama nacional.

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