“Keir Starmer ha sabido comunicar al electorado que el partido ha cambiado, que es muy diferente y más centrista, una formación más digna de confianza de lo que era cuando Jeremy Corbyn lo lideraba. Y claramente han elegido a un líder que la mayoría de la gente siente que es una alternativa creíble como primer ministro”, analiza Bale.
Bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn, Starmer se encargó de todo lo relacionado a la salida de Reino Unido de la UE. Cuando asumió la dirección del partido en 2020, suspendió a Corbyn después de una investigación por antisemitismo.
Bajo el mando de Starmer, el Partido Laborista se ha puesto como objetivo recuperar a los votantes del llamado “Red Wall”, el “muro rojo” que solían ser las zonas depauperadas del norte de Inglaterra, tradicionalmente votantes laboristas, que viraron hacia los conservadores en 2019.
Los tories de Boris Johnson prometieron llevar a cabo una política de “levelling up”, es decir, de igualar al alza a estas zonas deprimidas con el resto de la Inglaterra más pudiente.
Los votantes han considerado que estas promesas no se han cumplido y han regresado a su voto tradicional o, aquellos que votaron a los conservadores para que consumaran el Brexit, se han decantado por la derecha populista de Reform UK.
Starmer, además, ha querido ahuyentar los miedos que el laborismo genera en los sectores más conservadores de la sociedad y ha prometido, por ejemplo, que no emprenderá una ola de gastos sin financiación.
“Su misión en la oposición ha sido tranquilizar, demostrar a los recientes votantes conservadores que se puede confiar en ellos, sobre todo en la economía y la seguridad nacional”, explica el editor de Política de la BBC, Chris Mason.
Según su análisis, “han intentado mantener el equilibrio entre parecer un gobierno a la espera sin parecer complacientes; exponer lo que les gustaría hacer sin dar a entender que tienen garantizado conseguirlo”.
A pesar de su tremenda victoria, el porcentaje en votos de los laboristas no ha sido mucho mayor que en 2019, una de las grandes paradojas de la noche. Apenas han ganado menos de dos puntos, del 32,2% al 34%.
El particular sistema electroral británico, que solo premia al que más votos tiene en cada circunscripción, ha castigado durmante la división del voto de derechas, cuyos frutos han podido recoger los laboristas.
El partido de Starmer también ha logrado barrer el voto escocés, que desde hace varias elecciones se concentraba en el independentista Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés), que ha perdido 38 escaños.
Los escándalos de corrupción que han sacudido a la formación y la desilusión sobre la falta de avances en la independencia han dado la estocada al partido.
Un dato, sin embargo, empaña la victoria laborista: el partido ha perdido una media 11 puntos en circunscripciones con más de un 10% de votantes musulmanes.
Su posición en la guerra de Gaza, que algunos han criticado de tibia con respecto al papel de Israel, ha castigado a la formación, que ha perdido cuatro escaños a manos de candidatos independientes propalestinos.
A ellos se suma Jeremy Corbyn, quien se presentó como independiente.
Las heridas del Brexit
El Brexit no ha sido uno de los temas de campaña en estas elecciones, pero sus consecuencias se han podido percibir en los resultados.
La salida de la Unión Europea ha perjudicado la economía británica y ha agravado una crisis que se debe, en gran parte, a los efectos de la pandemia del covid y de la crisis energética desencadenada por la guerra de Ucrania.
Pero, además, para una parte del electorado que confió en el Partido Conservador para sacar adelante el divorcio con la Unión Europea, “el Brexit no ha aportado realmente muchos beneficios y, en particular, no ha logrado que Reino Unido recupere rápidamente el control de sus fronteras y la inmigración se ha expandido más que reducido y, por supuesto, eso no es por lo que votó mucha gente”, explica Tim Bale.
Nigel Farage, gran impulsor del Brexit y ahora líder del partido populista de derechas Reform UK, es uno de los más beneficiados por la debacle de los tories, a pesar de que la salida de la UE no ha cumplido las promesas que ofreció.
La economía y la inmigración sí que han sido temas fundamentales en la campaña y, para los votantes, los conservadores no han estado a la altura en ninguno de los dos.
El Partido Conservador engrosó en 2019 su respaldo con una “coalición de electores” que aunó el voto conservador tradicional con los “leavers”, los partidarios del Brexit.
Estos últimos se han dividido y cerca de la mitad se han ido a Reform UK y otra parte menor a los Liberales Demócratas, “y no tanto al Partido Laborista, al que consideran pro-Unión Europea”, argumenta John Curtice, investigador del National Centre for Social Research y uno de los mayores expertos de Reino Unido en comportamiento electoral.
La competencia con la derecha radical populista de Reform UK también ha arrastrado a los conservadores a posiciones aún más a la derecha del espectro político.
Esto ha hecho que los conservadores también hayan sido abandonados, según Bale, “por un grupo de votantes con una buena formación y relativamente acomodados que se han sentido desalentados por el tipo de política cultural con la que los conservadores han estado jugando durante algún tiempo, son (votantes) bastante liberales en lo social y no les gusta todo este tipo de discursos antiwoke o antinmigrantes”.
¿Qué futuro le espera ahora al Partido Conservador?
Para Tim Bale, lo lógico sería que la formación se diera un tiempo para reflexionar y hacer examen de conciencia sobre las razones de su debacle, “pero eso no es lo que los partidos acaban haciendo, sino que suelen lanzarse a una carrera por el liderazgo y, obsesionados como están con Nigel Farage y Reform UK, lo más probable que es el partido vire aún más a la derecha”.
No será fácil tampoco, apunta el experto, porque. por el sistema político británico, el futuro líder deberá ganar primero su escaño en el Parlamento, “y la reserva de talento de la que van a tener que sacarlo va a ser bastante pequeña”.
Muchos de los miembros del ganinete de Sunak, que podrían haberse postulado para liderar el partido a corto o medio plazo, han perdido su escaño. La batalla por el futuro de los conservadores se complica.
TOMADO DE: https://www.bbc.com/mundo/articles/cyx0g2dw4j0o