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¡EL PERÚ RESPALDA AL CANCILLER FRENTE AL GLOBALISMO IDEOLÓGICO!

En las celebraciones por los 80 años de relaciones entre Perú y Canadá, el canciller del Perú, Javier González-Olaechea, increpó al embajador de Canadá, Louis Marcotte, por el pronunciamiento de 16 embajadas en contra del proyecto de ley del Congreso que propone incrementar las facultades de la APCI para fiscalizar a las oenegés.

Una posición necesaria e impostergable para un Estado soberano

A nuestro entender era lo mínimo que se podía hacer en una república que se considera soberana e independiente, cuya Constitución Política establece que el Congreso concentra las facultades legislativas. El asunto se vuelve difícil de entender cuando se repara en que las legislaciones de la mayoría de los países occidentales –entre ellos Estados Unidos y el Reino Unido– contempla sistemas de fiscalización y control de las donaciones extranjeras en los mismos términos que el proyecto que se discute en nuestro Legislativo. El proyecto de ley nacional, en la práctica, replica los mismos criterios de las naciones desarrolladas, aunque con menos sanciones y penas.

Si las cosas son así, es necesario seguir analizando la extraña injerencia en los asuntos internos de las mencionadas embajadas. Creemos que la única explicación reside en el globalismo ideológico que cultivan los movimientos y partidos que acaban de ser barridos en las elecciones europeas y que, posiblemente, serán derrotados en los próximos comicios de Estados Unidos y Francia.

El mencionado globalismo busca organizar los objetivos de los estados nacionales en función de la Agenda 2030, una agenda que explica la inmigración indiscriminada de sectores fundamentalistas del islamismo que, en muchas sociedades europeas, han creado zonas liberadas del Estado de derecho y de los estados nacionales. Igualmente, estos sectores han promovido una feroz polarización en las sociedades occidentales alrededor de la industrialización, la agricultura y los temas de género, y promueven la erosión de las instituciones de Occidente invocando una libertad abstracta de los individuos.

Uno de los instrumentos principales de este globalismo ideológico son las oenegés. Y en ese objetivo, buscan convertir a los países emergentes en laboratorios de un nuevo orden mundial en el que los estados nacionales y soberanos pasen a ser entidades subordinadas. De allí la estrategia globalista de neutralizar los poderes legislativos de los congresos, tal como sucede en Perú y también pasa en Chile y Colombia, por ejemplo. El argumento es que no se puede legislar sin la “llamada sociedad civil”; es decir sin las oenegés, sin los medios de comunicación, sin los resultados de las encuestas y los humores de las redes sociales. Bajo está concepción los sistemas republicanos modernos comienzan a ser abolidos.

Una de las expresiones de este globalismo ideológico –en la práctica un nuevo intento de colonialismo– es el pronunciamiento de la Corte IDH que, invocando todos los poderes divinos y temporales, se atreve a decirle al Congreso nacional que no legisle sobre los alcances de los delitos de lesa humanidad. ¿De dónde provienen esas prerrogativas?

No obstante que el proyecto sobre el tema busca preservar los Derechos Humanos de quienes son procesados con una cuestionable tipicidad, porque cuando sucedieron los hechos imputados no estaban vigentes los tratados que firmó el Perú –que sancionan este tipo penal–, la Corte IDH, convertida en una nueva internacional, le dice al Legislativo que no ose cometer semejante sacrilegio.

¿Puede tener vigencia una Constitución si las embajadas de otros países le dicen al Congreso que no legisle sobre las oenegés? ¿Cómo entender que el pronunciamiento diplomático ignore las legislaciones sobre oenegés de los países occidentales? La imagen es extremadamente ofensiva, como si el Perú fuese una confederación tribal que necesita ser asistida por las fuerzas de la civilización. ¿Puede existir régimen republicano si los magistrados de la Corte IDH interpretan como les parece el principio de legalidad universal de los tratados de DD. HH. y le ordena al Legislativo que se abstenga de legislar?

El canciller González-Olaechea lo único que ha hecho con sus críticas en la embajada de Canadá es recuperar el principio de soberanía nacional. Nada más. En ese sentido, el canciller debe recibir el respaldo de todos los peruanos y de las demás instituciones republicanas.

TOMADO: EL MONTONERO

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