LA LOCA VICTORIA. “Regálame tu cafecito”
DESDE MI ESQUINA
Escribe: César “Chico” Véliz
No tuvo muñecas, ni caramelos, ni risas. Tal vez eso la volvió loca. Dicen, sin embargo, que no fue sólo eso. Siendo adolescente, sufrió una terrible desilusión amorosa. Su corazón no era fuerte y su mente tampoco. No pudo resistir la tragedia de amor y… la cabeza.
Cafecito…¡Regálame tu cafecito…! Y extiende una lata mugrienta y achatada ante los puestos de comida del mercado. La loca Victoria…es la loca Victoria gritan los chicos que pasan corriendo sin que ella les haga caso.
A veces hace lo mismo en plena calle Real de Huancayo. Se cuela a un restaurante y le arrojan un pan. Parece que el café le entusiasma mucho porque su oscuridad debe parecerse al vacío profundo de su mente.
Pero, ¿quién sabe lo que piensa esa loca? Eso a nadie le interesa. Tampoco importa si siente frío, si el hambre un día acaba confabulándose con la muerte y se la lleva.
Su rostro es tenso, pero no infunde temor. Tiene los ojos desorbitados o muertos. Por momentos relucientes reflejan el drama eterno de los que han perdido la razón.
Su drama es algo que nadie llora. Algo que ya no tiene remedio, que soportamos cubriéndonos con nuestra ya infinita indiferencia.
Sin embargo, desafiando toda lógica, sin techo, sin comida, sin amor, sin medicina, viven mejor que nosotros que andamos quejándonos por el costo de vida y temor de perder lo conquistado.
Allá por los años 60 y 70 existió en Huancayo este personaje de la miseria: Victoria. Y cosa rara tiene apellido, pero para qué decirlo, más de uno podría ofenderse.
Cuando escribí su vida en el Diario Correo, Victoria tenía 46 años. De niña era amorosa y tierna me contó su madre que vendía periódicos en la puerta de un Chifa. Nunca pudo ir a colegio pues viene de un hogar donde cuando no hay para vivir tampoco alcanza para ilustrar la prole.
No tuvo muñecas, ni caramelos, ni risas. Tal vez eso la volvió loca. Dicen, sin embargo, que no fue sólo eso. Siendo adolescente, sufrió una terrible desilusión amorosa. Su corazón no era fuerte y su mente tampoco. No pudo resistir la tragedia de amor y… la cabeza.
La loca Victoria luce sus andrajos de miseria y la lata con la que traslada el agua de un charco hacia otro.
Llegue a conocerla, gracias por la crónica, historia real de nuestro Huancayo ..
Una crónica de nuestra triste y diaria realidad. El periodista ingresa al mundo convulsionado de esa pobre mujer no sólo narra con mucho sentimiento pasajes dramáticos de su vida, sino también trata de darle su ayuda. Lindo y muy sentido el artículo. Felicitaciones
Chico Veliz, es una crónica que te conmueve. De la vida diaria. Que ocurre y nosotros somos indiferentes. Es una llamada de atención a los insensibles. Bien por el premio que recibiste. Han pasado muchos años y no se ha producido el cambio esperado