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UN MENSAJE PRESIDENCIAL SIN SORPRESAS Y UN PERÚ QUE SE NORMALIZA

(El Montonero).- En uno de los mensajes de Fiestas Patrias más extensos y tediosos de la historia republicana, quizá la conclusión que nos deja la presidente Dina Boluarte es que, de una u otra manera, en el Perú se consolida la frágil estabilidad alcanzada luego del golpe fallido de Pedro Castillo, en diciembre del 2022. No parece existir un factor que pueda alterar la estabilidad institucional hacia las elecciones nacionales del 2026. Por ejemplo, las marchas que convocaron las izquierdas radicales fracasaron de principio a fin en Lima y provincias, y los argumentos basados en enormes desaprobaciones del Ejecutivo y del Congreso para adelantar las elecciones comienzan a difuminarse.

Ejecutivo se compromete con inversiones en minería y agroexportaciones

En el mensaje presidencial la jefe de Estado ratificó su compromiso con la democracia, la inversión privada y los mercados. Una evidente novedad considerando el gobierno de izquierda comunista que ganó en el 2021. Sin mayores temores, Boluarte se refirió al papel de la minería y el relanzamiento de diversos proyectos, entre ellos ampliaciones de minas y sobre todo, hubo una explícita mención a Tía María. Se habló igualmente de reformar el Estado para simplificar los trámites de la minería.

Asimismo, Boluarte se dedicó a enumerar el destrabe de la III Etapa de Chavimochic, Majes Siguas II, Chinecas, y los avances del proyecto Alto Piura, que le agregarán 236,000 hectáreas a las agroexportaciones nacionales (que se desarrollan en 250,000 hectáreas en la actualidad). Sin embargo, no mencionó dos herramientas fundamentales sin las cuales no existirán nuevas inversiones en el sector: una nueva ley de promoción agraria y el establecimiento de asociaciones público privadas para gestionar los proyectos y vender las tierras en los mercados.

También se subrayó la enorme importancia de la reactivación pesquera y quedó en evidencia que los rebotes sobre el 5% del PBI de abril y mayo impulsarán el crecimiento de la economía sobre el 3%.

Sin embargo no se dijo nada sobre el gasto estatal y el incremento del déficit fiscal del 2% del PBI a 2.8% para el presente año. Las reformas urgentes del Estado estuvieron ausentes del mensaje, más allá de la gasesosa propuesta de fusionar cuatro ministerios, de la conversión del nombre del Ministerio del Interior por el de Ministerio de la Seguridad Pública y la creación de un Ministerio de la Infraestructura para unificar todas las funciones estatales vinculadas a este sector. ¿Se viene más burocracia o cierre de dependencias? La propuesta tiene todo tipo de interpretaciones.

En el área en que el mensaje presidencial presentó vacíos cuestionables es en el de la seguridad ciudadana. No hubo un diagnóstico real sobre las amenazas para la democracia que representan el avance de las economías ilegales en el país, ya sea la minería ilegal, la tala ilegal, el contrabando y el narcotráfico. Más allá de una propuesta para formalizar la pequeña minería –que se presentará al Congreso– el mensaje eludió este problema central que afecta a toda la sociedad, a pobres, ricos y clases medias. En este tema también faltó un compromiso más claro del Ejecutivo con el restablecimiento del Estado de derecho en todas las áreas en donde el crimen organizado crea zonas liberadas de la autoridad de la Constitución: desde la violencia de la minería ilegal en Pataz hasta los bolsones del VRAEM en control del narcotráfico.

Quizá el mayor mérito del mensaje presidencial –es necesario repetirlo– es que deja la impresión de un país que comienza a normalizarse, más allá de que el gobierno de Boluarte siga siendo uno de izquierda, tal como se reveló en la casi proclama acerca de que no se privatizará el agua y el silencio frente al incremento del gasto estatal.

El Perú, pues, comienza a superar la devastación que nos dejó el gobierno de Castillo, desde la erosión institucional hasta la recesión del 2023. La precaria estabilidad, igualmente, revela una evidente colaboración entre el Ejecutivo y la mayoría del Congreso, sin embargo, las interrogantes persisten. ¿Seguirá creciendo el gasto público con el nombramiento automático de profesores sin concurso público ni evaluación? ¿Aumentará el populismo en el camino hacia el 2026? ¿Las economías ilegales llegarán a influir en sectores del Legislativo?

En cualquier caso, el Perú parece normalizarse con una precaria estabilidad sin tener una alternativa clara hacia el 2026.

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