HUANCAYO, VILLARÁN Y LA VIEJA CASONA DEL DIARIO CORREO (IV)
DESDE MI ESQUINA
Por: César “Chico” Véliz Mendoza
Inolvidable la madrugada de aquel lejano, pero siempre presente 23 de noviembre de 1962 cuando Correo aparece en las calles de Huancayo. Decenas de niños canillitas como palomitas mensajeras con el periódico bajo el brazo gritan Correo…Correo.
Los trabajadores que muy temprano se dirigían a sus centros laborales son los primeros en comprar el periódico que acaba de nacer en la vieja casona de la calle Loreto No.440. Los canillitas se trepaban a los ómnibus de la empresa Soria que recorría Chilca-Huancayo-Tambo y ofrecían el diario a los pasajeros, mientras otros lo hacían en los buses azules de Adolfo Ticllas en la ruta Huancayo-Tres Esquinas sin presagiar siquiera, que este 23 cumple 59 años en manos de sus lectores. Lo sé porque creo ser el único que queda de testigo de aquella inolvidable jornada.
La vieja casona de la calle Loreto No.440.
Al recordar esos gloriosos años, siento la satisfacción y orgullo de haber aprendido en la sala de redacción convertida, por Raúl Villarán, en aula universitaria, no sólo a escribir y entrar gratis al estadio, sino también vencer dificultades, incluso la muerte por mostrar un carné de periodista en los años de terrorismo.
Esa noticia la escribí yo
Como si fuera ayer recuerdo la inolvidable frase del gran Villarán: “Yo, siempre el mejor” . Será por eso que cuando me iniciaba en el periodismo y veía que una persona leía Correo en una plaza, calle o un ómnibus, quería gritar emocionado: “esa noticia que lee usted la escribí yo”
Desde aquellos años hemos recorrido muchos caminos, nuestros rostros ya no son los mismos, pero sentimos alegría en la mente y el corazón cada vez que escribimos una buena noticia, ponemos un buen titular e ilustramos con una impactante fotografía que habla por mil palabras.
El dragón de acero
Ahora, al volver a caminar por la calle Loreto de Huancayo veo la vieja casona con el número 440 casi borrado por el tiempo y me parece recorrer el primer piso donde funcionaban las oficinas administrativas, publicidad y distribución.
Rotoplana, hoy pieza de museo
En la parte posterior estaba instalada la rotoplana, el dragón de acero de entonces, hoy pieza de museo. Era maravilloso ver que por un lado se tragaba una enorme bobina de papel en blanco y, al otro lado, salía el periódico impreso, son su sello rojo, contabilizado, doblado y listo para la venta. Muy los cerca los linotipos que derretían lingotes de plomo y los moldeaban en letras, frases y noticias luego impresas en papel.
Muy cerca el taller de fotograbados, donde se procesaban las fotografías blanco/negro en planchas de zinc. El ingenio de “Don Jime” y Lucho Cárdenas, ante la falta de reactivos, utilizaban como sustituto químico, la clara del huevo de gallina. Las fotos impresas en el periódico salían nítidas.
En la segunda planta funcionaban la dirección, redacción, cabina de radio que era el medio de comunicación por donde se transmitían noticias nacionales e internacionales y el archivo de los diarios pasados. Existía un amplio ambiente para el comedor. Los que trabajaban todo el día tenían derecho al almuerzo y los de la noche, un vale de cena.
Un amarillento memorándum me recuerda que Ingresé a trabajar a Correo el 16 de octubre de 1962 antes del nacimiento de Diario el 23 de noviembre de ese año. El 17 de noviembre viajé a Lima por orden de Don Raúl Villarán. Hice prácticas en la sala de Redacción instalada en el edificio El Sol en la Colmena.
Amarillento memorándum donde Raúl Villarán dispone mi viaje a Lima el 17 de octubre de 1962
El mes que estuve al lado de lo mejor del periodismo limeño, hice realidad mi sueño de entrevistar a Totó Terry, el talentosos y juvenil “Perico” León y al “conejo” Benites que sustituiría a Guillermo Delgado el “León del José Díaz”. El material informativo corregido, se enviaba vía radio a Tacna, primer periódico de la cadena EPENSA. tierra natal de Luis Banchero Rossi.
Vi de cerca a Lucho Banchero
La suerte me dio la satisfacción de ver de cerca al empresario y visionario Luis Banchero Rossi y al talentoso Raúl Villarán que hicieron realidad el viejo anhelo de dar voz propia a las provincias del país.
Conocí también a excelentes periodistas Guillermo Thordndike, Carmela Garcés, Gerardo Calderón, Teófilo Caso, Andrés Vale, Owen Castillo, Alberto Best, Walter Paravicino, Alejandro SaKuda y Julio Higashi, entre otros. Al retornar a Huancayo observé con admiración la instalación de la rotoplana, linotipos, ambientes para fotograbados, de donde salín las fotografías impresas en planchas de zinc.
Linotipo del siglo pasado
Nunca había visto enormes piezas de acero que parecían desembarcados de otro planeta como veía en las películas de fantasía en el Cine Real donde el ingreso a “gallinero” costaba 50 centavos de Sol y películas con Charlton Heston (Ben Hur) o Los Diez Mandamientos lo veíamos en el Cine Astoria.
Correo funcionaba las 24 horas. Al filo de la media noche entraba en impresión la edición para Cerro de Pasco-Huánuco. Luego y con noticias del lugar la edición de Ayacucho-Huancavelica, Inmediatamente después la impresión de La Oroya-Tarma-Satipo para finalizar con Huancayo y valle del Mantaro.
La empresa contaba con camionetas propias para el transporte que desde la media noche se estacionaban en la calle Loreto, por donde circulaban muy pocos carros, a la espera de la salida del diario y empezar el cotidiano peregrinaje por todo el centro del país hasta llegar a las manos del lector con la noticia palpitante y fresca del día.
Cines real y Astoria principales atractivos del público
Es así como una vieja casona de la calle Loreto se convierte en el lugar donde se procesaban las noticias más importantes de la ciudad, región, el país y el mundo. Por aquellos años Huancayo ya era la ciudad más importante del centro. Gobernaba el alcalde Ernesto Benavídez Iturre. La población con los distritos metropolitanos de Chilca y El Tambo no pasaba de 70 mil. El Centro Cívico era sólo un proyecto ambicioso.
Próximo domingo: ‘Correo genial creación’