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HORAS DE LUCHA

Por: César Campos R.

Lejos de aumentar los decibeles de nuestro enojo y crítica hacia el plan provocador pero afinado del gobierno de Pedro Castillo para la captura de todas las instancias de poder en nuestro país, valoremos el alineamiento político y social que dicha administración está generando a fin de darle camino y horizonte.

Por supuesto, no soñemos con una articulación romántica, fraternal e inquebrantable de opositores al régimen, cuyas agendas navegan por la derecha, el centro y la izquierda rumbo a puertos distintos, y sin embargo en el mismo mar de repudio a la banda corrupta e inepta instalada en el Ejecutivo. Cierto también que la izquierda no seguidora de Vladimir Cerrón y el partido Perú Libre la tiene más difícil pues arrió velas e identidad ante lo que creyó – con su oportunismo característico – el inicio del empoderamiento socialista nacional.

Castillo y su corte promovieron esta semana el reacomodo de las piezas en el escenario de confrontación al que inevitablemente avanzamos. El jacarandoso desborde verbal del premier Aníbal Torres (revindicando otra vez a Adolfo Hitler como ejemplo de eficiencia gubernamental, llamando “miserable” al cardenal Pedro Barreto, denostando el Acuerdo Nacional, atacando a la prensa sobre la cual dijo: “algo tendremos que hacer”) ha sido maravillosa. Colocó a los demócratas, al cuerpo eclesiástico, las instituciones agrupadas en las nobles quimeras de Max Hernández y al periodismo en un solo frente.

Como lo ha hecho, igualmente, el todavía jefe de Estado sincerando la pretensión de la Asamblea Constituyente mediante un proyecto de ley por el cual se aprovecharían las elecciones regionales y municipales de octubre para hacer la consulta sobre si debemos tener o no una nueva carta magna, contradiciendo normas expresas de la vigente.

Y que el excelso Vladimir Cerrón, en un encuentro de Perú Libre y con la sinceridad que lo caracteriza, haya expresado: “La izquierda tiene el gobierno, pero no tiene el poder. ¿Qué dicen las teorías de los clásicos? Dicen que para tener el poder hay que tener el control del Ejército, de la Policía, el control del cuerpo de magistrados, el control de la burocracia estatal y el control del clero”, señala el inequívoco derrotero absolutista y dictatorial que abraza esta organización criminal.

En el libro III de “El arte de la guerra” de Sun Tzu (“Estrategia ofensiva”), se lee: “Un ejército desconcertado conduce a la victoria del otro…Quien está confundido en su propósito, no puede responder al enemigo…El que sabe cuándo puede luchar, saldrá victorioso”.

Parafraseando la obra recopiladora de Manuel González Prada tras los costos penosos que nos acarreó la guerra con Chile, son horas de lucha. Quien quiera seguir en el balcón o satisfaciéndose en el pedido de “cambio de Gabinete”, que coma después toda su desgracia. (Expreso).

 

 

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