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CONSCIENCIA PURA

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars@gmail.com

Somos energía consciente en permanente transformación, formamos parte de una estructura superior que es el Todo que nos da origen; con el que de alguna manera, siempre interactuamos y con el que podemos sintonizar, como lo hacemos cuando tratamos de descifrar el Universo; a través de ondas, frecuencia y vibración que son los medios no visibles a través de los cuales fluye la energía.
En este misterioso espectro del mundo invisible es donde emerge el Espíritu con su inconmensurable poder, ese mismo Espíritu que se retroalimenta también de energía, siendo este el insumo esencial que organiza, modula y dinamiza la vida misma potenciando la estructura físico-biológica a través de uno de los órganos más complejos y sorprendentes que posee el ser humano, el cerebro.
Así las cosas, debemos ser conscientes del nivel de energía que recibimos, procesamos y emitimos; todo pensamiento, toda palabra, toda intención y posterior acción u omisión, es a fin de cuentas una manifestación concreta de nuestra energía; de manera que, bien vale la pena considerar mecanismos de purificación que nos permitan disfrutar los frutos del espíritu relacionados con el amor, gozo, paz, plenitud, compasión, mansedumbre, templanza, dominio propio, entre otros a través de los cuales no solo alcanzamos niveles de bienestar sino también disfrutamos  genuinos estados de felicidad sostenida; sin apuros, sin reproches, sin angustias, disolviendo toda ansiedad y expectativa, apreciando con intensidad la experiencia presente.
Puro en todo aquello que no ha sido alterado en su composición inicial y que conforma nuestra propia esencia de origen; la semilla, la chispa del Dios esencial que habita en el interior de cada uno, esa elaboración perfecta desde donde emana la vida; por ello el cuerpo es considerado un templo para el espíritu; es fundamental ser consciente de la manera como lo alimentamos y conservamos.
La estructura corporal comprende no solo el aspecto físico-material tangible, sino también los pensamientos y sentimientos que albergamos así como las emociones que generamos, todas estas manifestaciones, se originaron a partir de una semilla específica: la intención, luego vendrá la voluntad, después la actitud, luego el carácter y la personalidad y con la suma de ellos finalmente la consciencia.
La intención pura se gesta de manera natural e instintiva y responde a estímulos de bondad, generosidad, perdón, respeto, consideración y en general a los sentimientos de Amor, en su más profunda acepción. El Amor Divino e incondicional es el más poderoso purificador de nuestras intenciones y afectos y a partir de ellos asume la expresión perfecta de la Consciencia Pura, la misma que inspira las frecuencias elevadas de la divinidad.
Es cierto también que dentro de la inevitable interrelación social, estamos expuestos a ofensas, excesos, humillación, descalificación, agravios, discriminación, intolerancia y en general odio condicional como antítesis del amor incondicional, expuesto; todas estas pruebas no son sino medios y desafíos de purificación, que nos permitirán destilar nuestro ser esencial avanzando hacías las dimensiones superiores de consciencia, los confines elevados del espíritu donde todo obra para bien.
La rutina y la trascendencia, lo efímero y lo eterno, el amor y el odio, la dualidad y la unicidad y en general toda experiencia representa estados de consciencia; sin embargo, tanto la Vida en particular como el Universo en general, cuyos niveles de orden y perfección nos maravillan, son sin duda muestras de Consciencia Pura en su máxima expresión; misterio y milagro en diferentes niveles de la creación y del Gran Creador.
California junio 12, 2022
Autor de “Mis mejores autos: un manual de vida”.

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