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EL PROPÓSITO DE LA VIDA

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars2@hotmail.com.

 

En algún momento de nuestra existencia vamos a preguntamos ¿cuál es el propósito de vivir?; esta es, de hecho, una pregunta existencial muy clásica, profunda y recurrente que se evidencia a lo largo de la historia de la humanidad; la respuesta a esta simple y a la vez compleja interrogante, adopta diferentes matices que va desde considerar que únicamente cumplimos un proceso biológico típico por el cual nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, como cualquier ser vivo; hasta el que concibe que estamos aquí, aspirando a alcanzar una finalidad superior, buscando trascender la materia, el espacio y el tiempo y fundirnos con la energía eterna del Universo de donde provenimos y a donde eventualmente regresaremos.
Ambas posiciones de por sí extremas, así como las infinitas variantes que se puedan tejer entre ellas tendrán su respectiva  dosis de sentido dentro del abanico que se despliega entre la razón y la intuición; lo material y lo espiritual; lo objetivo y lo subjetivo, lo concreto y lo abstracto; con los que de alguna manera nos identificamos para atender esta curiosidad natural y ensayar alguna respuesta coherente o tranquilizadora.
En general, el ser humano ha ido desarrollando y evolucionando como un organismo biológico satisfaciendo desde las más primitivas e instintivas necesidades que nos condicionan a respirar, ver, comer, beber, oler, palpar hasta ilusionarnos con aspiraciones más sublimes y trascendentes que apuntan a nuestra divinidad e inmortalidad, pasando por los elementos lógicos, racionales, emocionales, pasionales e incluso espirituales, por los que atravesamos en la vida.
Leía el libro de Osho “Destino, libertad y alma”  en el que se pregunta Cuál es el sentido de la vida? Y me llamó la atención la reflexión del maestro a manera de repregunta: ¿Por qué tenemos que darle necesariamente un sentido a la existencia?, y la explicación está en el paradigma imperante que por siglos hemos aceptado, a partir del cual,  todo tiene que tener una utilidad, tiene que servir para algo o tiene que tener algún sentido. Bajo el amparo de ese mismo paradigma, están construidas la religión, la ideología, el ejército, las instituciones, el Estado, el sistema educativo y en general toda la estructura social.
Osho llega a afirmar que incluso la conciencia, es un invento que se nos impuso para controlarnos, por ella diferenciamos lo que consideramos bueno y aquello que es malo bajo un sistema de creencias o tradiciones; ese “cargo de conciencia”, cuando no actuamos según la norma aceptada solo nos quita libertad; entonces, comenzamos a vivir bajo un modelo prestado e impuesto y nos preocupamos exclusivamente en hacer, aprendemos a actuar, tratamos de adaptarnos, luchamos y nos esforzamos por tener éxito bajo los parámetros del modelo, satisfaciendo las expectativas de otros y las exigencias acartonadas de la sociedad a un ritmo cada vez más intenso dentro de una vida (la nuestra) cada vez más ajena.
Entonces tarde o temprano, llega el momento del vacío, del estrés desbordado, de la recompensa hueca, de la infelicidad, la insatisfacción, la depresión o quizás sencillamente de la búsqueda; es cuando nos damos cuenta que por hacer tanto, sin parar, solo cumpliendo y acelerando hemos dejado de ser, nos hemos olvidado de fluir, de convivir, de apreciar el entorno, de mirar nuestro interior, que solo nos observa en silencio porque para la Esencia, tú resultas básicamente un extraño.
Ahora retomando la premisa sobre el sentido de la vida, compartimos con Osho la posición que la vida puede no tener ningún sentido, que no es necesario catalogarla ni condicionarla tras un objetivo, una utilidad, una finalidad; no es necesario racionalizar la existencia, ni perpetuar el pienso luego existo si sencillamente puedo vivir la vida reconociendo solo el milagro y el presente, fluyendo, disfrutando y apreciando tanto lo afín como lo discordante; sin juzgar, sin planear, sin expectativas, alcanzando un maravilloso estado de consciencia donde aceptamos que tanto la realidad que experimentamos como las cosas que suceden y las que no suceden simplemente son; como el ser, sencillamente es.
Orientar la vida, gestionar el futuro, planificar, estudiar, graduarse, trabajar, ascender, emprender, ahorrar, invertir, tener poder, son medios racionales típicos para justificar que la vida tiene un propósito; sin embargo, el propósito de la vida per se está únicamente en vivir intensamente el aquí y el ahora, sin expectativas desbordantes, sin ilusiones pasajeras, sin juicios, sin prejuicios, descubriendo a cada instante tu ser esencial, tu libertad plena solo viviendo, aceptando y experimentando la vida por la vida misma es como descubrimos un nuevo estado de consciencia; entonces con genuina intención pura te invito a disfrutar de una larga, original, auténtica y verdadera Vida donde con toda seguridad habrá trascendencia, plenitud, equilibrio, dicha y paz, porque “…en este mundo solo hay una felicidad y consiste en ser tú mismo” (Osho).
California junio 26, 2022.
Autor de Mis mejores autos: Un manual de vida.

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