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OPINIÓN/ Fragmentación política: ¿Un peligro para la democracia y gobernabilidad?

Escribe: Julio Cáceres Arce

Past presidente Cámara de Comercio e Industria de Arequipa y director Confiep

 

no es solo un síntoma de crisis; es también una causa que perpetúa los problemas del país

La próxima contienda electoral en Perú, programada para el 2026, marcará una situación única e histórica con la participación de 43 partidos políticos inscritos, casi el doble de los registrados en las elecciones del 2021. Este fenómeno, lejos de ser una señal de pluralismo democrático saludable, evidencia una preocupante fragmentación política que amenaza con debilitar aún más la gobernabilidad y la estabilidad institucional del país.

La proliferación de partidos políticos en Perú no significa un fortalecimiento de las estructuras partidarias ni una representación más efectiva de los intereses ciudadanos. Por el contrario, promueve la improvisación y el oportunismo de figuras políticas con agendas personales y sin visión estratégica para el desarrollo del país.

Este escenario llevó a que los gobiernos sean elegidos con porcentajes mínimos de votación, lo que erosiona su legitimidad y dificulta la implementación de políticas públicas coherentes. En los últimos años, esta fragmentación fue un factor clave en la crisis política que vive Perú, donde varios expresidentes terminaron tras las rejas por corrupción o mala gestión, como quienes nos gobernaron últimamente, entre ellos Ollanta Humala y otros líderes del siglo XXI.

La diversificación excesiva de partidos no solo distorsiona el voto ciudadano, sino que también fomenta un ambiente político polarizado e inestable. En lugar de consolidar partidos fuertes y representativos, se creó un sistema donde las alianzas son efímeras y los intereses individuales prevalecen sobre los colectivos. Esto contribuyó a la percepción negativa hacia el Congreso peruano, cuya popularidad actualmente es inferior a un dígito, una situación sin precedentes en la historia democrática del país.

La introducción de dos cámaras legislativas podría ser una oportunidad para legislar sobre el fortalecimiento de los partidos políticos y limitar su multiplicación indiscriminada. Sin embargo, esto requerirá voluntad política y un enfoque estratégico para evitar que esta reforma se convierta en otro parche temporal. La experiencia reciente demuestra que las soluciones superficiales no lograron resolver los problemas estructurales del sistema político peruano.

La fragmentación política también tiene implicaciones económicas y sociales. La inestabilidad institucional desalienta la inversión extranjera y afecta la capacidad del país para implementar reformas necesarias en sectores clave como educación, salud e infraestructura. Además, perpetúa un ciclo de desconfianza ciudadana hacia las instituciones democráticas, lo que puede derivar en protestas masivas y crisis sociales recurrentes.

Perú necesita urgentemente un cambio estructural que priorice el fortalecimiento de los partidos políticos como pilares fundamentales de la democracia. Esto implica establecer reglas claras para su inscripción y funcionamiento, promover plataformas ideológicas coherentes y fomentar liderazgos responsables y comprometidos con el bienestar nacional. Solo así será posible romper el ciclo de improvisación y oportunismo que caracterizó la política peruana en los últimos años.

La fragmentación política no es solo un síntoma de crisis; es también una causa que perpetúa los problemas del país. Si no se toman medidas decisivas para abordar este fenómeno, Perú corre el riesgo de continuar atrapado en un círculo vicioso donde los gobiernos son débiles, las instituciones son ineficaces y la democracia pierde credibilidad ante sus ciudadanos.

Las elecciones del 2026 representan una oportunidad histórica para reflexionar sobre estos desafíos y avanzar hacia un sistema político más sólido y representativo. Sin embargo, esto solo será posible si se prioriza el interés colectivo sobre las ambiciones individuales y se trabaja por construir una democracia verdaderamente inclusiva y funcional.

Desde ya, hay que ir pensando en emitir un voto que apueste por el cambio y la de figuras que realmente nos representen, tengan la debida preparación y conocimiento de la realidad, además de estar comprometidos con el desarrollo y bienestar de los más de 33 millones de peruanos.

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