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OPINIÓN/ El costo de un país sin educación

Escribe: Aldo Lorenzzi Bolaños

 

¿Y cuál es el costo de un país que no invierte en educación? Lo estamos viendo actualmente: una clase política de bajo nivel, funcionarios poco preparados y con escasa capacidad técnica, y una población que vive más del lado de la informalidad que de la formalidad,

Nuestro país vuelve a ser protagonista en la región, y no por logros importantes, sino por haber tenido cerca de siete presidentes en casi diez años de gestión. Para muchos, esto podría reflejar que somos un Estado que no tiene miramientos con los “políticos que no cumplen bien su función de manera eficiente” y se van; sin embargo, ese mensaje que podría proyectar nuestra nación es falso.

La verdadera razón de nuestra frágil institucionalidad es ser un pueblo sin educación, sin una conciencia ciudadana que permita construir nación. Esa es la causa por la cual cambiamos de presidentes de manera “exprés”, utilizando como herramienta el abuso del derecho e instrumentalizando la Constitución para derribar gobiernos.

A pesar de esta situación, nuestro país sigue avanzando en materia económica y continúa siendo atractivo para las inversiones, pero este crédito no durará eternamente. Por eso, como se dice coloquialmente, el Estado debe “poner las barbas en remojo”. En ese sentido, más allá de las propuestas de los candidatos —que ya todos conocemos—, el objetivo primordial del país debe ser convertirse en una nación educada.

Esa es la madre del cordero, y voy a fundamentar esta afirmación. En 2024, la Defensoría del Pueblo advirtió que cerca de 46 000 estudiantes habían dejado de estudiar; no se trata de universitarios, sino de niños y adolescentes que abandonaron el sistema escolar. La pregunta es: ¿dónde están todos esos niños y jóvenes que no van al colegio? ¿A dónde han ido a parar? Otro dato que debe llamarnos la atención es que casi el 50 % de los detenidos por el delito de sicariato en nuestro país son menores de edad. Con estos datos podemos comprender cuán importante es la educación para el Perú.

¿Y cuál es el costo de un país que no invierte en educación? Lo estamos viendo actualmente: una clase política de bajo nivel, funcionarios poco preparados y con escasa capacidad técnica, y una población que vive más del lado de la informalidad que de la formalidad, pues considera que lo formal no es necesario. Somos un país en el que cada persona tiene, en promedio, más de un celular, y muchos padres prefieren que sus hijos tengan un buen teléfono antes que preocuparse por brindarles una adecuada formación en el hogar y una buena educación en la escuela.

Estas son algunas de las características de nuestra gente. Lamentablemente, los gobiernos que hemos elegido no nos han dado las facilidades necesarias para tener mejores oportunidades en todos los ámbitos de la vida. Hoy, con una sociedad violenta, ignorante y poco instruida en lo formal, estamos pagando las consecuencias del costo de un país sin educación. Esperemos que el próximo gobierno tenga como una de sus principales prioridades la educación.

Para dar una cifra, en el presupuesto de la República del año 2025 se ha destinado aproximadamente el 5 % del PBI a este sector tan importante, mientras que en Corea del Sur se asigna alrededor del 4,8 % del PBI, siendo uno de los países con mejores resultados educativos del mundo. ¿Por qué, si en el Perú se asigna un mayor porcentaje, la educación sigue siendo de mala calidad? Las razones son múltiples, pero se pueden mencionar algunas: la corrupción, la incapacidad de los funcionarios para ejecutar el gasto, la sindicalización de malos maestros y el nulo control sobre el uso de los recursos, entre otras.

Esperemos que esta realidad cambie pronto. Solo así el Perú podrá salir de la terrible situación en la que se encuentra actualmente.

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