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San Martín de Porres y Hacı Bektaş-ı Veli: dos almas al servicio de Dios y la humanidad

Escribe Dr. Melih Sezer

El Santo de la escoba y el místico natural de Anatolia (Turquía), nacidos en épocas distintas y de religión y cultura diferentes, irradiaron potentes mensajes dinclusión y respeto hacia los hombres, hoy más necesarias que nunca

Dos seres humanos nacidos en  lugares tan lejanos y que profesaban religiones diferentes, encarnan los valores esenciales de la humanidad: la compasión, el amor divino e infinito y la humildad hacia todos los seres vivos. San Martín de Porres y Hacı Bektaş-ı Veli vivieron en épocas y culturas distintas pero sus mensajes son guías de luz para todos los hombres.

San Martín de Porres y Hacı Bektaş-ı Veli compartieron un mismo principio moral universal: mostrar compasión hacia todos los seres vivos que es un reflejo del amor a Dios…Sus enseñanzas nos recuerdan la responsabilidad del ser humano frente al mundo natural: ‘Toda vida es sagrada’”.

«Con sus obras, ambos irradian potentes mensajes de inclusión y respeto hacia todos los hombres que es lo que más necesita el mundo contemporáneo, porque todos somos hijos del Padre celestial»

San Martín de Porres, llamado el ´Santo de la escoba ́,  nació en el Perú del siglo XVI. Era de origen afrodescendiente e indígena; pertenecía a los estratos más bajos de la sociedad. Muchos lo despreciaron y lo marginaron. Pero San Martín no siguió la grandeza del nombre ni del origen, sino la del corazón. Dedicó su vida al servicio de los pobres, los enfermos y los abandonados. A veces realizaba los trabajos más humildes en el convento sin quejarse; otras veces obraba milagros y repartía sanación.

Las religiones pueden ser distintas, pero la humanidad tiene un solo corazón; y el idioma de ese corazón es el amor y el servicio desinteresado.”

HACI BEKTAŞ-I VELÎ EL-HORASANÎ – Alevîlik

Su ternura hacia los animales se convirtió en símbolo de un amor que trasciende las fronteras humanas. Su vida demostró que, a pesar del sufrimiento y la pobreza, es posible ser humano y permanecer humano. San Martín nos enseñó que la verdadera santidad no se encuentra en los títulos, sino en la capacidad de tocar las vidas de los demás y sentir su dolor.

Un día, los hermanos descubrieron que los ratones estaban royendo el grano del granero y quisieron matarlos. San Martín se compadeció de ellos. Salió afuera, llamó a las pequeñas criaturas y les dijo:
“Hermanos míos, no deseo hacerles daño, pero si se quedan aquí, los hombres los matarán. Vengan, allá afuera les daré alimento.”

Los ratones lo siguieron, y él les dejó comida en un rincón fuera del convento. Desde ese día, no se volvió a ver un solo ratón dentro del monasterio.

En su celda, San Martín tenía un perro, un gato y un ratón que comían del mismo plato. Al ver que estos tres animales convivían en paz junto a él, los otros hermanos comprendieron que San Martín traía la paz de Dios a toda criatura viviente.

Hacı Bektaş-ı Veli: El amor en medio del miedo

Mil años antes, en Anatolia (actual Turquía), vivía Hacı Bektaş-ı Veli. En medio de un tiempo marcado por las invasiones mongolas, cuando el miedo y la desesperanza reinaban, él sembró esperanza en el corazón del pueblo turco. No fue solo un místico, sino la conciencia de toda una sociedad. Decía: “Aunque te hieran, no hieras.” 

En los corazones de las personas hizo brotar el respeto y el amor. Defendió la igualdad entre hombres y mujeres y abrió sus brazos a todos, sin mirar su fe ni su origen. Con sus palabras “Seamos uno, seamos grandes, seamos vivos”, llamó a la unidad de los pueblos divididos. Sus enseñanzas trascendieron el mundo islámico y dejaron huella en la comprensión universal de la paz y la fraternidad. 

Según una tradición, la puerta de Hacı Bektaş-ı Veli estaba abierta a todos, sin distinción de religión, idioma ni raza. Cada visitante compartía el mismo pan en su mesa. En esa sencillez se escondía una grandeza que aún hoy nos recuerda la necesidad de un amor sincero y auténtico.

 

“Toda vida es sagrada…”

Al observar las vidas de estos dos grandes seres, vemos un paralelismo asombroso. El servicio que San Martín realizó en los rincones más humildes de América Latina resuena con la enseñanza que Hacı Bektaş difundió en Anatolia. Ambos nos mostraron que el verdadero valor del ser humano no está en las riquezas ni en la posición social, sino en la grandeza del corazón, el amor y la entrega al servicio de la humanidad.

Según un relato atribuido a Hacı Bektaş-ı Veli: “Un campesino se quejaba de que un lobo le había robado sus ovejas. Hacı Bektaş llamó al lobo, y éste se presentó ante él con respeto. El santo le dijo: ‘Oh lobo, busca tu sustento de manera justa; no tomes lo que pertenece a otro.’ El lobo inclinó la cabeza y se marchó. Desde entonces, nunca más volvió a atacar al rebaño del campesino.”

San Martín de Porres y Hacı Bektaş-ı Veli, aunque pertenecieron a religiones distintas, compartieron un mismo principio moral universal: mostrar compasión hacia todos los seres vivos es un reflejo del amor a Dios. Por eso, ambos son recordados en sus culturas como protectores de los animales y de la naturaleza. Sus enseñanzas nos recuerdan la responsabilidad del ser humano frente al mundo natural: “Toda vida es sagrada.”

San Martín desafió el racismo y la exclusión a través de su ternura hacia los más débiles de la sociedad. Hacı Bektaş vio las diferencias de fe no como obstáculos, sino como riquezas que completan al ser humano.

Su mensaje cobra aún más sentido hoy, en un mundo donde las diferencias suelen causar división. Ambos parecen susurrarnos: “Las religiones pueden ser distintas, pero la humanidad tiene un solo corazón; y el idioma de ese corazón es el amor y el servicio desinteresado.”

Las palabras de Hacı Bektaş-ı Veli resumen este espíritu: “A todo aquel que entre por esta puerta, denle pan; no pregunten por su fe.”

Esa enseñanza es un llamado a la humanidad que trasciende todas las fronteras.

Y la vida de San Martín parece decirnos: “El servicio a la humanidad no conoce límites; mientras más grande es el corazón, más vidas puede tocar.”

 

“Debemos seguir sus pasos más allá de las razas y cultura…”

Las vidas de San Martín de Porres y de Hacı Bektaş-ı Veli nos enseñan que el sentido del ser humano está en una compasión y una entrega que trascienden los límites. Sus ejemplos nos recuerdan lo sagrado que es proteger la dignidad humana y tratar a cada persona con respeto y amor. Son dos almas luminosas que, aunque provienen de distintas creencias, comparten los mismos valores supremos y continúan iluminando al mundo.

Hoy, en una era marcada por la división, el odio y la exclusión, sigamos sus pasos. Abramos nuestros corazones unos a otros, aceptemos nuestras diferencias como una riqueza. Porque la verdadera religión está más allá del idioma, la raza o la cultura: está en el corazón.
Y en ese corazón, lo más bello es “servir con amor a Dios y a todas sus criaturas sin esperar nada a cambio.”

No se puede servir a la humanidad esperando recompensa. La recompensa por servir a la humanidad no viene de los hombres, sino únicamente de Dios.

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