OPINIÓN/ Perú defiende su soberanía: ruptura diplomática con México tras reiteradas agresiones políticas
Escribe: Ricardo Sánchez Serra*

La decisión de suspender relaciones diplomáticas no es una reacción emocional, sino una respuesta proporcional a una serie de agravios que no podían continuar impunes.
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En un acto de firmeza y responsabilidad institucional, el Gobierno del Perú anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con México el 3 de noviembre de 2025, luego de que el gobierno mexicano concediera asilo político a la ex primera ministra Betssy Chávez, procesada por su participación en el intento de golpe de Estado liderado por el expresidente Pedro Castillo en diciembre de 2022.
La medida, comunicada por el canciller Hugo de Zela, no afecta las relaciones consulares ni la protección de ciudadanos peruanos en México, pero marca un punto de quiebre en una relación que históricamente fue fraterna. “Lamentamos que el gobierno mexicano persista en una posición equivocada e inaceptable, que nos obliga a tomar esta decisión”, declaró De Zela.
Antecedentes de una intervención sistemática
Desde el fallido golpe de Estado de Castillo, los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum han intervenido reiteradamente en los asuntos internos del Perú. López Obrador calificó la destitución constitucional de Castillo como un “golpe de Estado”, ignorando el marco legal peruano. Sheinbaum, por su parte, ha continuado esa línea, respaldando públicamente a Chávez y permitiendo su ingreso a la embajada mexicana en Lima, pese a estar procesada por delitos comunes.
Además, López Obrador se negó a entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico al Perú, en un acto que fue calificado por diversos analistas como una muestra de prepotencia y una violación flagrante de las normas internacionales que rigen los organismos multilaterales. Este gesto, lejos de ser simbólico, afectó el funcionamiento de la Alianza y evidenció una actitud hostil y desinformada hacia el gobierno constitucional peruano.
Ambos mandatarios han utilizado foros internacionales para desprestigiar al Perú, ignorando principios básicos del derecho internacional como la no intervención y el respeto a la soberanía. Esta conducta ha sido calificada por el Ministerio de Relaciones Exteriores como una “violación manifiesta” de los compromisos multilaterales asumidos por México.
El asilo diplomático y sus límites legales
El Perú ha sido históricamente respetuoso de la Convención de Caracas sobre Asilo Diplomático (1954), que reconoce el derecho de asilo por motivos políticos. Sin embargo, el artículo III de dicha Convención establece claramente que no es lícito conceder asilo a personas procesadas por delitos comunes ante tribunales ordinarios competentes. Betssy Chávez enfrenta cargos por conspiración y rebelión, lo que la excluye de la protección diplomática bajo ese marco.
Asimismo, la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (1961) reafirma que los privilegios diplomáticos no deben utilizarse para interferir en los asuntos internos del Estado receptor. La conducta del gobierno mexicano vulnera este principio, al utilizar su Embajada como refugio político para una persona procesada judicialmente.
La contradicción mexicana: ¿y la Doctrina Estrada?
México ha sido históricamente defensor de la Doctrina Estrada, formulada en 1930 por Genaro Estrada, que sostiene que los Estados no deben pronunciarse sobre la legitimidad de gobiernos extranjeros, ni intervenir en sus procesos internos. Sin embargo, en el caso peruano, los últimos gobiernos mexicanos han abandonado esta doctrina, emitiendo juicios políticos, respaldando a líderes destituidos y otorgando asilo a procesados.
Esta incoherencia revela una instrumentalización ideológica de la política exterior mexicana, que ha dejado de lado la prudencia diplomática para alinearse con causas políticas afines, incluso a costa de violar tratados internacionales.
Una relación histórica que merece respeto
Perú y México comparten una historia de cooperación, cultura y afecto mutuo. Desde que Perú reconoció a la naciente República de México en el siglo XIX, ambos países han mantenido vínculos profundos. Por ello, esta ruptura no es un rechazo al pueblo mexicano, sino una defensa legítima de la institucionalidad peruana frente a una política exterior que ha perdido el rumbo.
El presidente José Jerí y el canciller Hugo de Zela han actuado con responsabilidad, firmeza y respeto al derecho internacional. La decisión de suspender relaciones diplomáticas no es una reacción emocional, sino una respuesta proporcional a una serie de agravios que no podían continuar impunes.
*Premio Mundial de Periodismo “Visión Honesta 2023”
