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OPINIÓN/ El factor Castillo

NO ATRACO

Escribe: Elmer Barrio de Mendoza

Castillo representa un bolsón electoral que combina terrorismo, oportunismo, corrupción, economía delictiva y antidemocrática, al que no pocos amorales están apostando.

 

Las pesadillas volvieron.

“Salvo el poder, todo es ilusión” es una frase de Lenin que en el Perú muchos atribuyen al copista de citas breves, Abimael Guzmán, que no descansa en paz porque su herencia es la guerra. Y la paciencia eterna. Y de eso vamos a hablar ahora.

El Congreso se ¿acobardó? y no inhabilitó a Pedro Castillo por haber perpetrado un golpe de Estado fallido hace casi tres años. Entonces el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema, la Junta de Fiscales Supremos, la Junta Nacional de Justicia, la Defensoría del Pueblo y cuanta institución había (al margen de su composición) se pronunciaron contra el golpe. Por supuesto, el Congreso también, que formalizó la vacancia del hasta entonces Presidente de la República, en estricta aplicación de la Constitución.

Castillo se vacó solo cuando dio su discurso disolutorio, que violaba flagrantemente el artículo 45° (que prohíbe gobernar al margen de la Constitución y la ley) y activó automáticamente el artículo 46° de nuestra Carta Magna (que ordena desobedecer al usurpador). Incluso la OEA se pronunció contra el golpe chicha y prácticamente toda la comunidad internacional, con excepción de México y Colombia, cuya conducta injerencista y antidemocrática debería quedar anotada en el registro mundial de la vergüenza.

Al margen de si los congresistas reconsideran la inhabilitación (que ya fue solicitada) es inaudito que sus miembros objeten su propia decisión, dado que la inhabilitación es (o debería haber sido) una simple consecuencia constitucional del golpe (que fuera de comedia o no, es otro asunto). La inhabilitación tendría que haber acompañado a la vacancia, por tratarse de una infracción flagrante. Pero no sucedió así, y casi tres años más tarde, decir que es tarde sólo es una perogrullada.

Entonces ¿qué hay detrás?

Resulta evidente que, a estas alturas, la estrategia de Sendero Luminoso (Movadef o lo que sea) ha funcionado. La idea de que Castillo es una víctima ha logrado calar. La gestión de su sucesora, Dina Boluarte, fue totalmente infausta y eso únicamente es un dato de la realidad. La actuación del Congreso en el período sólo es percibida como un juego concertado de intereses espurios y eso también es una constatación.

La bocanada de aire fresco que inesperadamente trajo Jerí ya se está acabando y, salvo resultados espectaculares en el cortísimo plazo, que nadie puede pronosticar, no se renovará.

Sendero y sus aliados han logrado dispersarse en varias opciones electorales. Quizá la más notable es que Raúl Noblecilla aparezca en la plancha presidencial de Podemos, al lado de un mercachifle como José Luna, que hoy pretende pasar como candidato de la izquierda radical.

Sumen a esto la candidatura de Ronald Atencio en Venceremos (ay Verónika, qué nos has dejado) y también la de Roberto Sánchez (ex portapliegos de Yehude Simon) que intentó llevar al propio Castillo como senador (misión imposible luego de la condena recibida). Y por allí se asoma igualmente la de Alfonso López Chau (con reciente impedimento judicial) que desliza la opción del indulto al profesor del pollo.

Pero si seguimos rascando la olla, debajo del concolón, nos encontraremos con las diversas economías criminales, a las que Sendero nunca les hizo asco y con las que siempre se asoció, cuando aún incluso no representaban ni de lejos el valor que representan hoy.

Y éste es el punto final de este artículo. Castillo representa un bolsón electoral que combina terrorismo, oportunismo, corrupción, economía delictiva y antidemocrática, al que no pocos amorales están apostando. Y estos grupos se están asociando a su alrededor: hay plata como cancha. Mientras tanto, los tontos están preocupados de la “batalla cultural” y de la diferenciación.

Supongo que Abimael, desde el infierno, se está carcajeando desde hace un tiempo.

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