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OEA HUMILLADA

Por: César Campos R.

 Quienes conocen los pasadizos – cada vez más resbalosos y ahuecados – de eso que llaman la Organización de Estados Americanos (OEA), saben los inútil y circense que ha sido el encuentro en Lima de la 52° Asamblea General cuyo el eje temático fue la lucha contra la desigualdad y la discriminación en esta parte del hemisferio.

Esta cita, fraguada hace un año por su secretario general, el uruguayo Luis Almagro, y el jefe de la misión peruana ante ese organismo, Harold Forsyth (íntimos amigos desde que ambos fueran embajadores de sus respectivos países en la República Popular China) tuvo más bien el propósito de lavarle la cara a hoy imputado con siete carpetas fiscales de ser jefe de una organización criminal, nuestro primer mandatario Pedro Castillo Terrones.

Claro que, en su gestación, octubre 2021, no se conocía toda la magnitud de las corruptelas empujadas por Castillo, su familia cercana y amigos. El presidente todavía era portador de un sombrero identitario de su zona de origen (Cajamarca) aunque de raíces españolas, y exaltaba una cuna humilde, rural, provinciana. Se buscaba caricaturizar la naciente oposición a nuestro jefe de Estado como un impulso de racismo, segregación y odio urbano hacia un compatriota que labraba la tierra desde su niñez.

Tal argumento, ciertamente, es y será trajinable en el Perú como en otras naciones. Hay núcleos racistas y marginadores en todas partes y constituyen la última reserva de apelación motivacional para quienes no aprecian todavía las fronteras inclusivas de la sociedad donde se desenvuelven.

Vale recordar al gran filósofo, escritor y periodista socialista francés Jean Francois Revel cuando observó – hace más de medio siglo – la esencia revolucionaria de los Estados Unidos de Norteamérica al haber afrontado las batallas por los derechos civiles no solo en el plano legal (acabando paulatinamente con todas las normas federales segregacionistas), sino en el social donde las relaciones interraciales se plasmaron en forma natural y se extendieron a otras latitudes. Leemos esto en “Ni Marx ni Jesús” de Revel.

Sin embargo, el Perú que ha sido dirigido políticamente por andinos, “marroncitos” o mestizos hace siglos (es notable la anécdota de Ramón Castilla indicando que le pareció más hermosa y honorable la tumba del “cholo” Miguel de San Román, ex presidente, que la de Napoleón Bonaparte en Los Inválidos de París) no puede ni debe tolerar el disparate de la condena moral a Castillo con enunciados discriminadores. Estamos gobernados por casi un probado ladrón y punto.

Es por eso que la humillación de Almagro y la OEA en Lima ha sido de grandes proporciones. Casi nadie le prestó interés ni se gratificó con nuestro anfitrionaje. Más aún cuando en plena 52° asamblea general se conoció que Almagro es objeto de una investigación por acoso sexual a una subordinada. La comedia se convirtió en tragedia. La pantomima terminó siendo una enorme farsa.

 

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