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PETRO ENEMIGO DEL PERÚ

Escribe;  Luis Gonzales Posada.

 

Petro no destruirá esta fraterna vinculación bilateral, porque el ex guerrillero solo es un deplorable incidente tóxico, una página negra, un episodio desgraciado entre dos Estados con historia y destino común.

 

 

El exguerrillero del M-19 y actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha ofendido al Perú en reiteradas ocasiones, entrometiéndose en asuntos de competencia interna de nuestro país y violando, así, principios rectores consagrados en el Derecho internacional.
Pero el jefe de Estado colombiano ha ido más allá en su política injerencista al desarrollar una narrativa absolutamente falsa y torpe para defender al ex mandatario Pedro Castillo, afirmando que fue vacado por un golpe parlamentario y que se encuentra preso sin mandato judicial ni asistencia legal, “por ser de la sierra y pobre”.
Petro miente cínicamente porque conoce que Castillo pretendió disolver el Congreso, intervenir el Poder Judicial, Ministerio Público y la Junta de Justicia, ordenando la detención de la Fiscal de la Nación. Sabe, asimismo, que su arresto fue dispuesto por un juez de la Corte Suprema y que el frustrado golpista es asistido legalmente por ocho abogados, a los cuales se han sumado dos letrados argentinos que nadie sabe quién los financia.
Pero su ofensiva escaló a la injuria de comparar a la Policía Nacional con asesinos nazis, infeliz expresión dicha el mismo día en que siete efectivos fueron asesinados en una emboscada narcoterrorista en el Vraem. La protesta nacional ha sido casi unánime, a pesar de que la presidenta no respondió a su homólogo colombiano con firmeza y que la Cancillería lo hizo con debilidad, a diferencia de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, que, interpretando el sentimiento nacional, repudió los agravios de Petro, declarándolo persona non grata.
Lo ocurrido es el incidente más grave en doscientos años de relaciones diplomáticas, instituidas el 6 de junio de 1822, con la gratitud del pueblo peruano por la valerosa participación de las tropas colombianas en las históricas batallas de Junín y Ayacucho, que sellaron la independencia nacional.
Además, compartimos 1626 kilómetros de frontera, participamos en la Alianza del Pacífico y la Comunidad Andina de Naciones; las inversiones colombianas superan 22 mil millones de dólares, principalmente en agroindustria, energía y servicios; los capitales peruanos, a su vez, han aumentado su participación en el país vecino, y mandatarios y gabinetes binacionales se han reunido cinco veces para ensanchar los espacios de integración.
Petro no destruirá esta fraterna vinculación bilateral, porque el ex guerrillero solo es un deplorable incidente tóxico, una página negra, un episodio desgraciado entre dos Estados con historia y destino común. Sus arrebatos y patrañas, con olor etílico, obedecen a que forma parte del grupo de gobernantes del socialismo del siglo XXI, integrado por dictaduras corruptas y violadoras de los derechos humanos, como las existentes en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Otra explicación a sus psicóticas agresiones responde a su pasado de guerrillero del M-19, organización extremista que cometió numerosos asesinatos y secuestros y que, en 1985, asaltó el Palacio de Justicia de Bogotá, tomando 350 rehenes, con un saldo de 115 muertos, incluyendo 11 magistrados de la Corte Suprema que fueron cobardemente fusilados.
Durante los graves disturbios ocurridos en Colombia los años 2019 y 2020 fallecieron 75 personas y 2149 quedaron heridos. Los insurgentes bloquearon carreteras, incendiaron locales y destruyeron instalaciones de servicio. Uno de los grupos violentos fueron los “jóvenes de la primera línea”, vinculados políticamente a Petro. Cuando este ganó las elecciones solicitó que los dejaran libres. La respuesta del magistrado Francisco Barboza fue contundente: “Si el presidente electo quiere buscar la liberación de jóvenes que han cometido delitos debe pedirle el favor al Congreso y no al fiscal general”. De ahí podemos entender la simpatía de Petro con quienes provocaron actos vandálicos y subversivos en nuestro país

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