El país milagro que nos dejó en el 2011 ya no existe, ahora tenemos el país desastre con expresidentes en la cárcel o por ser encerrados con pruebas tangibles.
En este dilema colocaron a Alan García los esbirros de Martín Vizcarra, que lo quería ver humillado y enmarrocado. Ese odio, envidia y mezquindad no respondía a prueba ni a ley. Era la mediocridad y la inconsistencia moral que violaban el mandato constitucional de defender la persona humana y respetar su dignidad. Con esa consigna presidencial quisieron destruir al personaje que ya estaba en la historia y en el corazón del Perú por méritos propios.
Su persecución por Humala y Vizcarra pinta la fragilidad ética y el deseo de eliminar la imagen de Alan García, física y espiritualmente, sin pruebas. a pesar de que lo investigaron larga y concienzudamente. Sus amigos Lo extrañamos por su inteligencia, erudición, compromiso, humor y alegría. El pueblo lo quería y la historia reflejará su acción y sus mensajes de amor al Perú tanto en la gran plaza como en el aula y en la tertulia amical. Es Inolvidable su convicción sobre su vida como misión patriótica. Tuvo errores juveniles que admitió, pero nunca abdicó ni se resignó a un Perú sin gloria.
Lo indignaba el abandono de miles de peruanos en pobreza, defendía la inclusión, la democracia y los derechos y libertades. Llevó electricidad a los pueblos, entregó miles de títulos de propiedad, buscó la inversión privada y obtuvo las más altas tasas de crecimiento. Pero sus enemigos quisieron borrar su segundo gobierno, el mejor del siglo presente. La academia lo precisará.
El país milagro que nos dejó en el 2011 ya no existe, ahora tenemos el país desastre con expresidentes en la cárcel o por ser encerrados con pruebas tangibles. La irracionalidad guía nuestros pasos, no sabemos hacia dónde vamos. Alan García sí lo sabía, pero ya no está. Eligió la dignidad que lo acompañará siempre.