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MENSAJE POTENTE

Escribe: César Campos R. 

 

esa manera convencional de dorar, mediante la palabra, una imagen laboriosa, honesta, eficiente y exitosa ya no aterriza en la sensibilidad o razonamiento populares ni confirma potencia alguna para obtener el compromiso de los peruanos con los lineamientos oficialistas.

Quienes fuimos partícipes de la exitosa jornada de protesta y paro nacional el 19 de julio de 1977 – en mi caso, siendo estudiante universitario – contra el régimen militar dirigido por Francisco Morales Bermúdez, no podemos menos que echar un ojo de conmiseración a lo ocurrido en la misma fecha 46 años después, en el marco de la autodenominada «Toma de Lima«, enunciado hiperbólico y falaz que lograron imponer los progres adictos a la deconstrucción del lenguaje.
Más allá del escaso número de manifestantes y la inexistente singularidad de la agenda de protesta – en comparación a 1977 y otras movilizaciones posteriores – yace el drama profundo del Perú desinstitucionalizado que hoy padecemos: la multiplicación de las cabezas de ratón reclamándose líderes políticos, sociales o mediáticos capaces de convocar y unir el sentimiento generalizado de disconformidad con lo vivido hoy en nuestro país.
Porque ciertamente sobran razones que justifican el descontento ciudadano con el Ejecutivo y sub gobiernos nacionales. Muchas más con esa caricatura de representación encarnada en el Congreso. Pero ante la opción de favorecer indirectamente con nuestra presencia en las marchas la resurrección de Verónika Mendoza o Jonhy Lescano, la voz pública de la terrorista Florabel Vargas Figueroa (a) «Camarada Vilma», las galimatias de Rosa María Palacios o el exhibicionismo tramposo del prontuariado Martín Vizcarra, continuar laborando o quedarse en casa fue la mejor decisión.
El premier Alberto Otárola dice que el gobierno ha tomado la «lectura correspondiente» de la insatisfacción de los compatriotas expresada el 19-7 y que atenderá algunas demandas extraídas de tan difusa plataforma de peticiones, incluyendo un diálogo con quienes exigen liberar al delincuente Pedro Castillo y reponerlo en la presidencia.
Es valioso el gesto intrínseco de Otárola por no mostrarse triunfalista ante el fracaso de la algarada del pasado miércoles. Además no tendría motivo alguno para ello. El premier añade que la traducción de esa lectura la dará la presidente Dina Boluarte en su discurso al país del 28 de julio, día central de la patria, el cual será un «mensaje potente con alto impacto en la ciudadanía». 
Cabe entonces leer también a qué llama Otárola «mensaje potente». No lo fue, por ejemplo, el balance de los primeros seis meses de gestión donde sobró la autocomplacencia y el recuento cansino de logros, reales o exagerados. Esa manera convencional de dorar, mediante la palabra, una imagen laboriosa, honesta, eficiente y exitosa ya no aterriza en la sensibilidad o razonamiento populares ni confirma potencia alguna para obtener el compromiso de los peruanos con los lineamientos oficialistas.
Vivimos tiempos donde economizar autoelogios o listados de goles y dibujar el empedrado camino que nos aguarda para ver luz al final del túnel, resulta más impactante. Medidas concretas, por supuesto, pero igual invocación a los hombres y mujeres de a pie a sostener el proceso de recuperación, ganando los tres espacios humanos con los cuales se legitiman las autoridades: la mente, el corazón y el estómago.
Esperemos – no desprovistos de angustia – el «mensaje potente» de Dina.
FUENTE:
https://www.expreso.com.pe/opinion/mensaje-potente/

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