EL LIDERAZGO VISIONARIO DEL REY MOHAMED VI CONSOLIDA LA REGIÓN DEL SAHARA
La presencia mundial de Marruecos ha cobrado importancia y reconocimiento debido a su encomiable diplomacia, profundamente marcada por un progreso significativo en la cuestión del Sahara Occidental. Este cambio no ha sido un mero accidente, sino un producto de la visión perspicaz y estratégica del Rey Mohammed VI.
Los únicos países de la región que respaldan la posición de los separatistas de la «Rasd» son precisamente aquellos que han interferido en los asuntos internos del Perú
Inspirándose en esta visión, Marruecos ha cimentado su progreso en principios de paz, diálogo, cooperación mutuamente beneficiosa, multilateralismo, estabilidad y solidaridad. Estos principios emblemáticos de la política exterior de Marruecos han dado lugar a un respeto inquebrantable por la no injerencia en los asuntos internos de otros países, protegiendo así los pilares esenciales de las relaciones bilaterales y multilaterales.
En consecuencia, Marruecos ha emergido como un actor diplomático de importancia capital en el escenario global. Esto no solo ha reforzado su posición, sino que también ha permitido que Marruecos sirva como un conector entre África y Europa, así como entre África y Medio Oriente, manteniendo al mismo tiempo fuertes lazos con Asia y América. Con relaciones sólidas y estrechas con potencias globales como la Unión Europea y los Estados Unidos, Marruecos ha asumido un papel crucial en el teatro internacional.
El respeto de Marruecos por las normas internacionales, con un énfasis particular en la soberanía e integridad territorial, es una manifestación de sus compromisos. Un claro ejemplo de estos principios es la postura de Marruecos sobre la cuestión del Sahara Occidental, que es esencial para su diplomacia. Esta cuestión se encuentra en una etapa crucial con objetivos claros, y ha experimentado una renovada dinámica con una creciente adhesión a la soberanía marroquí del territorio.
Varios países, incluyendo Estados Unidos, Israel, varias naciones europeas como España, Alemania, Portugal, Bélgica, Países Bajos, Chipre, Hungría, Rumanía, Portugal y Serbia, países del Golfo, la mayoría de los países africanos y árabes, y bloques como la Organización de Estados del Caribe Oriental, entre otros, han reconocido la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, lo que reafirma la importancia de Marruecos en la diplomacia mundial.
A pesar de estas afirmaciones, es importante notar que el 84 % de los estados miembros de la ONU no reconocen la «Rasd», lo que muestra que los países que reconocen esta entidad constituyen una minoría. Este hecho es un recordatorio de que en la política exterior, no podemos actuar con antiguos esquemas ideológicos heredados de la Guerra Fría. Es decir, debemos adaptarnos a la realidad actual, en la que el Sahara Occidental, por legitimidad histórica y legalidad internacional, es un territorio de Marruecos.
Esta realidad ha sido corroborada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, que reconoció los derechos históricos, jurídicos y políticos de Marruecos sobre el Sahara en 1974. Sin embargo, existen desafíos, como se ve en los campos de Tinduf en Argelia, que albergan a una población retenida por un grupo separatista sin reconocimiento internacional. Esta situación genera desafíos de seguridad y amenaza la estabilidad de toda la región.
Marruecos ha fomentado una cultura empresarial que promueve la autonomía y el liderazgo de mujeres y jóvenes, lo que muestra una inversión no solo en infraestructura, sino también en su gente.
Frente a estos desafíos, Marruecos ha mostrado su compromiso con el desarrollo en el Sahara. Desde la reintegración del territorio en 1975, Marruecos ha hecho un esfuerzo para desarrollar integralmente estas provincias, siguiendo las prioridades del Modelo y la Agenda 2030 de la ONU. Marruecos ha potenciado el crecimiento económico, lanzado iniciativas de energía renovable y mejorado la infraestructura, convirtiendo el Sahara en un centro económico en auge y una plataforma para las inversiones en África.
Las inversiones significativas de Marruecos en sectores productivos, infraestructura energética, educación y salud demuestran este compromiso. Además, Marruecos ha fomentado una cultura empresarial que promueve la autonomía y el liderazgo de mujeres y jóvenes, lo que muestra una inversión no solo en infraestructura, sino también en su gente.
La participación ciudadana en las elecciones desde 1975 es otro testimonio del compromiso de Marruecos con el desarrollo de la región. La alta participación en las elecciones de 2021 en las provincias del sur demuestra el compromiso de los residentes locales con el proceso democrático de Marruecos.
Los resultados de estos esfuerzos se reflejan en el crecimiento económico de las provincias del sur, que supera el promedio nacional. Esto ha hecho que las provincias del sur se consoliden como un puente importante entre Marruecos, África y Europa, atraído a casi 30 representaciones consulares que han establecido oficinas en las ciudades de Laâyoune y Dakhla.
El respeto de Marruecos por las normas internacionales, con un énfasis particular en la soberanía e integridad territorial, es una manifestación de sus compromisos.