Quizás el único propósito espiritual que debemos cumplir dentro de nuestra experiencia en la tierra sea activar nuestro ser esencial, despertar la consciencia para fluir, ser y trascender
La luz es energía invisible e indivisible, la consciencia es luz. La consciencia tiene estados y niveles dentro de los que se manifiesta, pero es única, indivisible y permanente. La consciencia está y simplemente es.
El ser humano es una organización física y biológica compleja que ha desarrollado un órgano de adaptación superior a través del cerebro y la función neurológica extendida que le permite usar sus atributos racionales y emocionales que lo configuran como una criatura evolucionada superior que piensa, crea, siente e interactúa en un determinado nivel de consciencia generalmente en expansión tratando de procesar e integrar la otra presencia invisible que opera en el inconsciente individual y colectivo. Es en ese proceso de descubrimiento donde emerge y fluye el componente espiritual. La parte etérea, incorpórea e integradora del ser.
El espíritu es energía, es presencia, es conciencia, es la manifestación del Ser Esencial que habita en tu interior y que te conecta con la Energía Superior, la presencia divina, la Fuente de Creación Universal que en diferentes formas, denominaciones, creencias o manifestaciones atribuimos al concepto de Dios, la divinidad que hace presencia dentro de cada ser humano, el Gran Creador que pone su sello de vida en cada criatura. El vínculo misterioso y maravilloso entre el Creador y lo creado.
Si bien somos seres objetivamente físicos, racionales y emocionales, lo somos también potencialmente espirituales, cuando activamos nuevos niveles de consciencia vamos descubriendo que no somos individuos aislados sino que somos parte de un todo magníficamente organizado y es a partir del autoconocimiento profundo de nuestro interior cómo podemos sintonizar las frecuencias elevadas del Universo y a partir de ellas armonizar y disfrutar una vida plena. El principio o Ley de Correspondencia sostiene que como es adentro es afuera; como es arriba, es abajo.
Una definición profunda de la divinidad se resume en la expresión Yo Soy el que Soy, ese Yo Soy que es la presencia de Dios que vive en ti a través de tu Ser Esencial; es importante hacer consciente este atributo porque nos convertimos en lo que pensamos, declaramos y manifestamos; por eso hay que cuidar nuestros pensamientos y refinar nuestras palabras porque tienen verdadero poder.
El puente que une el cerebro con el corazón es la consciencia; la consciencia une e integra y es a partir de su expansión como nos vinculamos con el Universo y la divinidad; dentro del despertar espiritual, vamos regulando nuestro ser racional que se personifica a través del ego para darle oportunidad a que fluya la conciencia que se manifestara a través del ser.
El ego junto con la personalidad es la expresión de nuestra cara externa la manera como nos presentamos, como interactuamos, como competimos, como acumulamos como vivimos en general nuestra vida dentro de los parámetros externos que la estructura social define y cuyo resultados final se inclina a tener éxito, prevalecer y vencer; en ese camino, son las posesiones, el poder, la fama, el dinero, el reconocimiento, la acumulación, la vanidad, el placer los elementos relevantes de esa ecuación.
El ser por su parte habita silencioso en el interior esperando que la consciencia lo active para fluir; a diferencia del ego, el ser no tiene prisa ni compite; no pretende vencer ni convencer, únicamente representa la verdadera esencia del ser humano que se halla en el interior. Son las manifestaciones del ser; el amor, la comprensión, el perdón, la tolerancia, la integración; el ser anhela conectar aquella unidad especial única que representa cada ser humano con la totalidad eterna, superior y divina que fluye en el Universo desde siempre y por siempre.
Quizás el único propósito espiritual que debemos cumplir dentro de nuestra experiencia en la tierra sea activar nuestro ser esencial, despertar la consciencia para fluir, ser y trascender.
Cada ser humano tiene su momento preciso para hacerlo; sin embargo, el hacer consciente que tenemos una tarea pendiente puede allanar el camino de la comprensión y la aceptación. Somos seres sociales, racionales-emocionales pero principalmente somos seres espirituales, somos energía en evolución y esa es a fin de cuentas la consciencia del ser.