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EL PODER DEL PERDÓN

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars@gmail.com

 

En alguna ocasión le preguntaron a Jesús de Nazaret, el maestro ascendido que vibraba en una dimensión superior: Maestro y cuantas veces debemos perdonar; su respuesta fue 70 veces 7, quiere decir siempre.

 

El mundo está en guerra, nadie puede permanecer indiferente ante la brutalidad de la violencia y el efecto que tiene en la consciencia colectiva, de la que todos formamos parte, el hecho es que en estos instantes la dinámica de la humanidad está llena de sangre y terror.
Todo conflicto bélico que se ejecuta en el campo de batalla conlleva otro que se libra en los medios de comunicación convencionales; tales como la radio, la prensa y la televisión así como en las redes sociales que se convierten en múltiples unidades independientes de información pero que también, deseándolo o no tienden a favorecer de manera interesada o espontánea la justicia de determinada causa.
Sabemos que el conflicto que nos preocupa está en el medio oriente, específicamente entre Palestina e Israel. Los ojos del mundo están puestos en la Franja de Gaza y resulta devastador imaginar lo que en estos instantes viven millones de seres humanos porque la violencia solo genera violencia y tanto la guerra como el terror forman parte de reacciones que responden al instinto natural de supervivencia; pero también pueden obedecer a fríos cálculos políticos económicos y geográficos que sectores interesados asumiendo posiciones radicales, en ambos lados, utilizan y alientan para alcanzar sus fines sin importarles los medios.
Desde una perspectiva espiritual este escenario mundial se presenta como una verdadera prueba orientada a darnos un alcance de la frecuencia en la que estamos vibrando,  el grado de consciencia que estamos manejando y reconocer en qué dimensión espiritual nos estamos moviendo.
A menudo, se considera que las personas que se identifican con su potencial espiritual y tratan de desarrollarlo viven en una burbuja ajena a la realidad dura y concreta y se suele cuestionar con facilidad las posturas pacifistas clasificándolas de idealistas y poco viables; aquellas personas desconocen el poder de la intención, de la palabra, del pensamiento positivo, de la emoción, la motivación y la acción que personas espirituales conscientes cultivan cada día como un modelo efectivo de crecimiento personal.
De manera objetiva lo único cierto es que el cambio es una constante en la vida del ser humano; pero además es necesario reconocer y aceptar que el único universo que podemos afectar de manera directa es el que vibra en nuestro interior; uno de los desafíos más importantes a los que nos enfrentamos está en reconocer nuestra propia dualidad compuesta por luces y sombras para integrarlas con  la unicidad de la divinidad cuya esencia habita en el ser esencial que todos tenemos y pocos atendemos.
Hace unos días en una plática familiar mi hija me preguntó cómo se puede procesar la situación mundial desde una perspectiva espiritual, sin duda una pregunta difícil de responder porque en medio de todo está prevaleciendo la carga emocional; sin embargo, considerando los principios espirituales básicos podemos aquietar la mente, la razón y las emociones que es donde actúa el ego y profundizar una reflexión desde la consciencia y el ser, en este sentido, podemos intuir que el espíritu no juzga, no descalifica y no reacciona con sobresalto. El espíritu observa, acepta y procesa toda carga negativa a través de las válvulas de escape de la compasión y el perdón.
La guerra no es espiritual porque el espíritu es uno y en él únicamente hay integridad e integración. Todos absolutamente todos, los que consideramos buenas personas y malas personas somos parte de la misma especie somos antes que cualquier etiqueta seres humanos; son los modelos creados por el hombre los que dividen; el territorio, las fronteras, la nacionalidad, la religión, las ideologías, las herencias, las posesiones, el dinero, las inversiones, la cultura, la educación, los grados académicos, las clases sociales, las posesiones, las jerarquías, la política, la iglesia, la universidad, el gobierno entre tantas creaciones que inventamos bajo el paradigma de la libertad y el progreso muchas veces son las que generan división, promueven la desigualdad y vulneran la justicia.
Somos energía, donde ponemos nuestra atención es donde cultivamos nuestras intenciones y deseos; el mundo hoy escoge el camino de la violencia, la muerte y la destrucción si fijamos nuestra atención en ello estaremos solamente alimentando energía de muy baja frecuencia que es lo que viene sucediendo. La muerte, la guerra, la agresión, el insulto, la descalificación, el odio, la venganza, el rencor expresan, antes que nada, energía densa de baja frecuencia que nos envenena y afecta negativamente el espíritu.
En la otra orilla y a nuestro alcance está la opción del amor, el perdón, la compasión, la misericordia, la aceptación, la bondad, el desprendimiento, la tolerancia que manifiestan energía pura, liviana que espiritualmente nos eleva y nos permite alcanzar estados de equilibrio y paz.
Cada uno es responsable de hacer su tarea, quizás la nuestra, la que está a nuestro alcance sea procesar todo este panorama incierto desde el interior y regar las semillas del amor puro e incondicional para experimentar el verdadero poder del perdón. En alguna ocasión le preguntaron a Jesús de Nazaret, el maestro ascendido que vibraba en una dimensión superior: Maestro y cuantas veces debemos perdonar; su respuesta fue 70 veces 7, quiere decir siempre.
California October 22, 2023

One thought on “EL PODER DEL PERDÓN

  • Muy buena y bonita reflexión, cada uno de nosotros no debemos olvidar vibrar en amor, alegría, perdón, sabiduría infinita, la vida hay que vivirla mas desde nuestro interior y buscar ese sabio consciente que llevamos cada uno de nosotros.

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