HAMÁS QUIERE LLEVAR A ISRAEL A UNA GUERRA SUBTERRÁNEA CON 500 Km DE TÚNELES
Escribe Ignacio Montes de Oca*
La organización terrorista construyó por más de 15 años una trampa ingeniosa en el subsuelo de Gaza, edificando la intrincada red de cavernas bajo hospitales, escuelas, centros comerciales y zonas densamente pobladas, donde, además, esconde a casi 233 secuestrados. Israel tiene un gran desafío militar y político
“Hamas nunca concibió la construcción de túneles bajo Gaza como un resguardo para los palestinos ante eventuales ataques, sino como un arma contra Israel…”
El sistema de túneles que construyó Hamas debajo de Gaza es a la vez una enorme obra de ingeniería y un desafío político y militar que Israel va a enfrentar. Vamos a sumergirnos en las entrañas de la trampa para entender y explicar por qué se dilata la entrada israelí a Gaza. Hamas nunca concibió al Metro de Gaza como un resguardo para los palestinos sino como un arma contra Israel.
Se trata del “Metro de Gaza”, la red de túneles construidos por debajo de la Franja que comenzaron a extenderse desde 2007, cuando Hamas llegó al poder. Al principio eran rutas para el contrabando con Egipto e Israel. Desde entonces se convirtieron en una fortaleza subterránea
Primero vamos a dar una dimensión del hormiguero construido debajo de Gaza. El sistema de bunkers y pasajes de 2 m de ancho por 2 m de alto reforzados por concreto. Tiene una extensión total aproximada de 500 km y una profundidad que va de los 30 a los 70 metros
Si Gaza tiene una superficie de 6 km de ancho por 40 km de largo, los túneles cubren 12,5 veces la extensión más ancha de la Franja y 83,3 veces su parte más angosta. Hay un total de 1.300 pasadizos que conectan arsenales y alojamiento para tropas.
Para dimensionar la profundidad, si vive en una zona urbana usted puede contar diez pisos en un edificio cualquiera. Esa es la distancia que hay hasta la superficie si hablamos de un búnker a 30 metros. Entre ambos, hay millones de metros cúbicos de tierra y cemento
El sistema subterráneo de Hamas cuenta con una red de comunicación por cable para evitar interceptaciones, un acceso independiente a internet y sistemas de ventilación y energía autónomos alimentados por combustible. Luego vamos a volver a este punto.
Entramado subterráneo está construido bajo hospitales, escuelas, comercios y viviendas
Por una cuestión lógica, al estar construidos en una de las zonas más densamente pobladas del mundo, este entramado subterráneo está montado por debajo de viviendas, escuelas, hospitales y zonas comerciales. No hay otra opción y es un dato de enorme importancia.
Hay evidencia de la construcción de salidas de túneles en zonas de alto valor político, como los que se ubicaron en las adyacencias de la Universidad de Gaza, al lado del edificio que tiene la ONU para atender a los gazatíes y en los espacios que ocupan hospitales y viviendas.
Otros túneles tienen salidas a sitios baldíos y descampados. Es por eso que es tan complicado para Israel frenar incursiones y ataques con cohetes. Los terroristas usan algunas de las muchas salidas para atacar y luego vuelven a la seguridad subterránea para evitar un contragolpe.
Israel afirma que uno de los principales centros de mando de Hamas fue construido debajo del Hospital Al Shifa, el más grande de Gaza. La información fue publicada una década atrás por el New York Times y revela la antigüedad del plan de construcción y obstrucción del terrorismo.
Para evitar su detección, Hamas elaboró un sistema muy complejo de entradas y ventilación que se confunde con el entramado urbano. Hay una deliberada planificación para mezclar el sistema de túneles con las zonas civiles y para hacer más difícil la tarea de neutralizarlos.
“No hay arma capaz de llegar a tal profundidad…”
Los centros de mando y arsenales están en los túneles a 70 metros, la altura de un edificio de 21 pisos. A excepción de algún artefacto atómico, no hay un arma capaz de llegar tan profundo y un artefacto nuclear acabaría con Hamas, con los rehenes y con toda la población de Gaza.
No hay en el arsenal israelí una bomba o misil convencional que, incluso con la carga cinética de la velocidad, pueda perforar tantos metros de tierra, el concreto de la superficie y el refuerzo de los túneles. Ni tampoco la cantidad suficiente para demoler 500 km de túneles.
Pero golpear a una profundidad mayor a 30 metros tendría que ser con armas como la GBU57 que mide 6,2 metros y tiene una carga explosiva de 14 toneladas; pero Israel no tiene bombarderos como los B1, B2 o B52 de EEUU que son los únicos capaces de transportarla.
La reacción que traería una explosión de semejante artefacto puede imaginarse a partir de lo que sucedió tras el estallido en el estacionamiento del hospital de Gaza antes de saberse que se había tratado de un cohete fallado. Habría que multiplicar ese efecto a límites enervantes.
Ahora hay que multiplicar nuevamente ese resultado por la cantidad de sitios posibles que podría haber construido Hamas desde que comenzó a invertir parte de la asistencia internacional en la construcción de la red de túneles bajo Gaza. El producto resultante es demencial.
El impedimento político es enorme. Para llegar a cada búnker se debería detonar una superficie enorme de edificios. Por algún lugar debe derivarse la fuerza de cada explosión y la destrucción provocaría una cantidad inconmensurable de bajas civiles.
En los últimos días ya se vieron los efectos de la explosión de túneles menos profundos situados debajo de zonas civiles. Además de confirmar que Hamas se esconde bajo las casas palestinas, fue posible dimensionar la destrucción que provocaría el estallido de arsenales más grandes.
Toda la franja de Gaza es zona de conflicto
Dado que la trama de túneles recorre toda la superficie de Gaza, esta vez no alcanza con pedirle a la población que deje la zona de combate como se hizo hasta ahora al requerir que se muevan al sur para evitar los bombardeos. En esta batalla toda la Franja es zona de conflicto
Por lo tanto, los túneles con salidas en edificios residenciales, bunkers construidos sobre hospitales o escuelas y un entramado que recorre el subsuelo urbano de Gaza a profundidades inalcanzables por métodos tradicionales, hacen imposible su destrucción por medio remotos.
La lógica indica entonces que se debe tomar el sistema subterráneo por asalto y por tierra con una gran fuerza militar para controlar las entradas y al mismo tiempo combatir en la superficie. Es una batalla simultánea en dos planos con un enorme costo en bajas militares y civiles.
Dado que esos puntos de entrada están en zonas de alta densidad demográfica, la operación deberá desarrollarse entre gente que busca refugio, los que habitan sobre los sitios de combate y en un ambiente que dificulta distinguir entre los que son combatientes y los que no lo son.
Es decir, que al mismo tiempo Israel debería enfrentar una batalla urbana, tomar precauciones para evitar la mayor cantidad de bajas civiles que puedan ser usadas por la propaganda de Hamas y sus aliados y en el camino ir ubicando y tomando los sitios que conducen a los túneles.
Dado que solo Hamas conoce esos puntos de entrada y salida, es posible que, así como los usa para lanzar sus incursiones, los utilice para huir de los combates desfavorables y surgir en zonas de la retaguardia israelí para ejecutar contraataques y emboscadas.
Secuestrados utilizados como escudos humanos
Una vez dentro de los túneles, las tropas israelíes deberán enfrentar el desconocimiento del laberinto de corredores, sitios de derrumbe programados, minas, explosivos direccionales, espacios preparados para emboscadas, ataques suicidas.
Estos tramos podrían ser inundados para frenar el avance, con el consiguiente riesgo para la vida de los 222 rehenes usados como escudos humanos, y la seguridad que su progreso va a ser monitoreado por el sistema de cámaras instalado en puntos clave del avance. Sí, además tienen un circuito propio de CCTV
Yachoved Lifshitz, una anciana israelí de 85 años liberada por Hamas días atrás, relató su cautiverio dentro de los túneles de Gaza. Es previsible que los terroristas hayan acumulado secuestrados bajo tierra para aumentar las dificultades de un asalto de Israel.
Incluso si los soldados israelíes tomaran el control de toda la superficie de Gaza, deberán seguir operando en esos 500 km de cuevas y los 1.300 tramos de túneles que solo Hamas conoce. Esto implica, literalmente, enterrar parte de sus tropas bajo Gaza por un tiempo indefinido.
En 2014 Israel ejecutó una campaña contra Hamas en el subsuelo y destruyó 32 túneles. Entre 2019 y 2021 lanzó otra operación y logró colapsar otros 32 km. Ahora debe afrontar el desafío de una trama mucho más extensa y neutralizar en su totalidad si pretende acabar con Hamas.
Los EEUU estuvieron empeñados en un combate constante en los túneles que construyó el Vietcong desde 1966 en adelante y nunca logró neutralizarlos. Luego enfrentó idéntico dilema en Afganistán, como lo hicieron los soviéticos antes para combatir a los muyahidines.
Operación con graves implicancias internacionales
El asedio a las cuevas de Tora Bora sucedió en diciembre de 2001 cuando EEUU lanzó un brutal bombardeo masivo y un asalto de tropas para acabar con Osama Bin Laden y los talibanes que se escondían en ese sistema de cuevas montañosas. Ese método no puede repetirse en Gaza.
Es evidente que Hamas quiere atraer a Israel a un largo combate sobre y bajo tierra. Israel cuenta con un cuerpo de zapadores especializado en la tarea, el cuerpo “Samoor”, pero la tarea que encara supera todas las previsiones por la extensión del desafío.
En tanto dure la tarea de enfrentar a Hamas sobre y bajo la superficie se expone a acusaciones de potencia ocupante. Eso tendrá consecuencias en su relación con los países de la región. Por donde se le mire, Hamas logró meter a Israel en una serie de complicaciones superpuestas.
En consecuencia y sumando los factores, queda claro que Hamas apuesta a que se multipliquen las bajas palestinas ante el avance de Israel y a que la ruina de la infraestructura se acelere para provocar una yihad fuera de Gaza que debilite el esfuerzo militar israelí.
Miles de milicianos fanatizados quedaron atrapados en Gaza, Egipto cortó la salida por el paso de Rafah y los túneles de contrabando que salen a su territorio. La lucha sin escapatoria podría recrudecer con el correr de los días y hacerse insoportable bajo tierra.
Queda una opción y es el asedio. Dijimos que el sistema se mantiene por un sistema de ventilación y suministro de energía alimentado por combustible. Es por eso que para Hamas es vital mantener el suministro. Sin fuel, es imposible sostenerse bajo tierra por mucho tiempo.
No les son suficientes 500 mil barriles de combustible
Por eso Hamas ofreció liberar a parte de los cautivos a cambio de que se reanude el abastecimiento de combustible a Gaza. Los depósitos de 500.000 barriles que existen en la zona son un blanco fácil y sus reservas pueden estar comprometidas tras 20 días de bloqueo total.
De todos modos, se supone que los terroristas no dejaron nada librado al azar y que su pedido tiene que ver con no tener que compartir sus reservas con las necesidades civiles. En todo caso, el riesgo de asumir que no tuvieron en cuenta una contingencia tan obvia es muy alto.
En un informe para el canal Vice en 2016, Isobel Yeung rebeló que Hamas guardaba en sus túneles combustible, comida y oxígeno para tolerar un asedio prolongado. Es por eso que Israel debe ir por ellos y no alcanza con esperar que salgan por cuenta propia.
Ahora Israel debe preparar una ofensiva que le demandará mucha preparación y astucia. Del otro lado lo espera Hamas que, ya se entendió desde el 7 de octubre, ya no puede ser considerado como un adversario rústico, con poca tecnología y con escasa capacidad de anticipación.
Eliminación de líderes y mandos terroristas
Los bombardeos selectivos, la eliminación de líderes militares y las incursiones cortas que hizo Israel hasta hoy, son coherentes con una preparación para una irrupción más potente que se dirigirá a tomar por asalto la capacidad de Hamas sobre el terreno en Gaza.
El escenario apocalíptico reclamado por algunos no solucionaría el dilema militar que viene del subsuelo de Gaza. Si debajo de las ruinas queda intacto o apenas disminuido el arsenal y el ejército de 35.000 milicianos de Hamas, no hay un desenlace favorable a Israel.
Este es otro motivo para dilatar una respuesta. Lejos de los rumores de descontento en las filas de Israel por no haber lanzado una ofensiva inmediata, hubo cierto alivio al saberse que se tomaría un tiempo para planificar cómo hacerle frente a la trampa que había preparado Hamas.
Lo mismo sucede con las potencias occidentales. Lanzarse a un ataque que dejara en ruinas a Gaza elevaría las posibilidades de una respuesta en el universo musulmán que pareciera esperar una mínima señal para reanudar las protestas y las amenazas contra Israel.
Una escenografía de destrucción masiva es lo que más favorece a los dirigentes de Hamas (e iraníes) para disputar un sitio de víctima y mitigar o justificar retroactivamente ante la opinión pública global el rastro de atrocidades que dejaron sus milicianos al entrar a Israel.
Pero también le sirve como insumo para la guerra comunicacional el mostrar que Israel pierde cifras elevadas de soldados en la lucha bajo tierra y, eventualmente, acusarle por el destino que pudieran tener los rehenes que quedan atrapados en el fuego cruzado.
“No hubo control en el ingreso de materiales de construcción y tecnología y explosivos…”
El grupo terrorista planeó una trampa ingeniosa en el subsuelo de Gaza y la cubrió con una gruesa capa de civiles. Israel sabe que es una trampa, pero no puede dejar de entrar en ella porque luego del 7 de octubre sabe que, si Hamas sigue activo, habrá más violencia en su futuro.
Cerremos con datos políticos. Por un defecto de Occidente que ahora se hace evidente, Hamas pudo edificar sus túneles con ayuda de los que ahora salen en socorro de Israel. Sin el desvío de la asistencia humanitaria producto de la falta de control, no hubiese sido posible.
La ausencia de vigilancia en los recursos que entraban a Gaza, mayormente desde Egipto o por mar, permitió no solo el ingreso de armas y explosivos, también entró detrás un monto inusitado de materiales de construcción y tecnología usados por Hamas para ampliar su red de túneles
Los servicios de inteligencia alertaron muchas veces sobre el destino real de los envíos, pero los gobiernos fallaron al controlar la salida de esos cargamentos y de la red que se utilizó para financiarlos con fondos “opacos” de Qatar, Irán o de la asistencia internacional.
“Hamás es el verdadero beneficiario de la ‘caridad’ internacional”
No fue un movimiento de poco dinero. El costo de cada túnel es de US $3 millones. Si el ingreso anual de un gazatí es de U$S 1.034, significa que cada tramo del Metro de Gaza podría destinarse a pagarle el salario anual de 2.901 palestinos. Hamas construyó 1.300 túneles desde 2014.
Por un exceso de corrección confundieron ayuda para solventar las carencias de los palestinos con maniobras para fortalecer la ingeniería militar de Hamas bajo tierra. Desde 2014 y luego en 2019 Israel viene advirtiendo que el verdadero beneficiario de la caridad.
Ahora los organismos internacionales decidieron auditar los aproximadamente US $1.600 millones que recibe Hamas anualmente en Gaza en concepto de asistencia humanitaria. Los países de occidente que hacían aportes similares tomaron la misma decisión. Pero ya es tarde.
Incluso si dejase siquiera una sola bolsa más de cemento a Gaza, Hamas ya cuenta con una fortaleza formidable bajo tierra y va a obligar a Israel a comprometerse en un combate que segará muchas vidas entre sus filas y muchas más en la población civil palestina.
“El ‘metro de Gaza’ fue construido gracias al ‘buenismo’ internacional”
Hamas lleva 15 años perfeccionando el Metro de Gaza y lo hizo a expensas del buenísimo internacional. Desde hace al menos una década desde Israel se advierte que la cantidad de concreto que entraba a la Franja no coincidía con el crecimiento edilicio de la zona.
Otro indicio que debiera haberlos alertado: mientras del lado de Israel construía red de bunkers para que la población civil se refugie en caso de bombardeo, Hamas creó sus túneles solo con un propósito militar y no construyó casi ningún refugio para poner a salvo a los gazatíes.
En un giro macabro de la trama, Hamas consiguió armar con esa ayuda la segunda fase de su ataque a Israel. Hoy espera escudada bajo tierra, detrás de los 222 rehenes y debajo de 2 millones de gazatíes a los que está dispuesta a ofrendar en su obsesión militar contra los judíos.
Hamas nunca concibió al Metro de Gaza como un resguardo para los palestinos sino como un arma contra Israel. La red subterránea explica muchos de los eventos que suceden y que están por suceder. Pero, sobre todo, muestra la verdadera intención de los terroristas.
Desde sus residencias en Qatar, los jefes de Hamas esperan la reacción de Israel para saber si quedará atrapada en la emboscada. No corren riesgos. Están lejos del infierno subterráneo que construyeron en Gaza y de la suerte que correrán los que habitan sobre él.
Le toca mover a Israel y debe actuar con cautela. Si equivoca el método y calibra mal su fuerza puede desatar una serie de eventos en la superficie y más allá de Gaza que le abrirán más frentes de batalla. Sabe que tiene que descender a la trampa. El dilema es como salir de ella.
*Ignacio Montes de Oca es periodista, escritor, ghostwriter y productor. Partner & Director INFOPP de Argentina. Experto en temas del Medio Oriente.