REACTIVAR CON TEMOR A PROFUNDIZAR EL MODELO ES GRAVE ERROR
En el diagnóstico del Ejecutivo, el Perú está en recesión porque debido la violencia insurreccional de inicios de este año se perdieron S/ 4,000 millones; con el ciclón Yaku y el Niño costero se sumaron otros S/ 4,200 millones en pérdidas; con la no apertura de la primera temporada de pesca el costo fue de S/ 3,000 millones y el déficit hídrico representó S/ 700 millones. Todas estas pérdidas, según el Ejecutivo, suman S/ 11, 900 millones para la economía.
Análisis del Plan Unidos del Ejecutivo para enfrentar recesión
Según el Gobierno estas son las causas de la recesión. Sin embargo, se trata de una media verdad. La causa principal de esta recesión está en la caída continua de la inversión privada que hasta el 2014 llegaba a sumar dos dígitos del PBI. Desde el gobierno de Humala, sobre todo debido a la sobrerregulación del Estado y la utilización de falsos conflictos sociales contra la minería (Conga y Tía María), la inversión privada comenzó a caer “sostenidamente” y el PBI apenas creció en 3% en promedio anual, cuando antes lo hacía en 6%. Si la inversión privada hubiese seguido creciendo de acuerdo a los principios del modelo económico, ¿acaso se hubiese presentado la recesión que reconoce el Ejecutivo? Es evidente que no.
Es en este contexto que se debería analizar el plan reactivador del Ejecutivo, denominado Plan Unidos. En primer lugar, se debe saludar el hecho de que el Gobierno acepte que la recesión es un monstruo a dominar, que puede acabar con todos los avances sociales, políticos e institucionales de las últimas décadas, sobre todo por el aumento de la pobreza.
En este contexto, las 25 medidas del Plan Unidos tienen sentido común. Nadie puede oponerse a incrementar Impulso Perú hasta S/ 15,000 millones para proteger la cadena de pagos de las mypes; al programa del financiamiento del agro para mitigar los efectos del fenómeno de El Niño por S/ 1,000 millones y algunos beneficios para el sector agroexportador. En minería, se anunció una serie de medidas positivas para desregular el sector, la construcción de siete proyectos mineros hacia el 2025 con inversiones mineras de US$ 4,664 millones. Asimismo, se propone avanzar en la materialización de proyectos hídricos para ampliar la frontera agrícola del país: Chavimochic, Iruro, Yanapujio, Chinecas.
Merece también destacarse el anuncio de un shock de inversiones en infraestructuras –en asociaciones público privadas– mediante inversiones de US$ 7, 976 millones en el 2024 y US$ 6,755 millones en el 2025 y el 2026
A nuestro entender, todas estas medidas van en el sentido correcto, pero son absolutamente insuficientes considerando el delicado momento del país, del modelo económico y las tendencias al aumento de pobreza. Para superar la recesión y relanzar el crecimiento el país necesita destrabar las fuerzas de la sociedad y las iniciativas privadas. Entre las primeras trabas están los actuales regímenes tributario y laboral, que fomentan la informalidad y bloquean el aumento de la productividad de las empresas.
El problema de un plan reactivador que no implique profundizar el modelo es que contemporiza con todas las tendencias negativas que han frenado el crecimiento
El Perú necesita una reforma tributaria que simplifique todos los regímenes existentes en dos: uno promocional para la pequeña empresa y otro general. Sobre esa base, incluso, se podría contemplar una rebaja de algunos impuestos sin afectar la caja fiscal y con objeto de ampliar la base tributaria. Igualmente, se necesita con dramatismo una reforma laboral que flexibilice los contratos de trabajo de acuerdo a la productividad de las empresas, la única manera de generar empleo y avanzar en la formalización del trabajo.
Sobre estas consideraciones se debería avanzar en la gran cruzada nacional para desburocratizar el Estado como una entidad total. De nada vale simplificar los procedimientos en el sector de Energía y Minas si el Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Cultura, por ejemplo, siguen representando murallas contra la inversión privada.
El problema de un plan reactivador que no implique profundizar el modelo es que contemporiza con todas las tendencias negativas que han frenado el crecimiento de la inversión privada, caída que es la madre de la recesión actual. Si no se enfrenta frontalmente la burocratización y la normatividad anti inversión, la economía nacional siempre será vulnerable al menor evento climático o cualquier evento político. Allí reside el pecado del plan reactivador del Ejecutivo.
TOMADO DE: El Montonero