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¿“LEGADO POLITICO” O EL ABRAZO DEL OSO?

La notoria ausencia de partidos políticos en la vida nacional y de una marcada falta de la institucionalidad en nuestra realidad, que de alguna manera se puso en clara evidencia a partir de los años noventa con la irrupción aluvional de Alberto Fujimori en la política peruana, carencias que lamentablemente se han mantenido con el paso del tiempo en los últimos seis lustros, en vez de haber mejorado.

 

lo que Fujimori demuestra, por un lado, es que no está para nada alejado de la política;

 

 Consecuentemente, en vez de tener recambios en el liderazgo político producto del trabajo partidario y de la meritocracia al interior de los mismos, ahora tenemos “familias políticas” que se heredan entre sí los títulos, los cargos y los liderazgos;  de padres a hijos, y de estos a nietos, como las anteriores monarquías o como si de una dinastía antiquísima basada en los lazos de sangre se tratase, y no por un trabajo cívico dentro de los partidos políticos por meritocracia, por liderazgo, por popularidad comprobada en elecciones internas o por la aquiescencia mayoritaria de los militantes de los partidos políticos.
Para muestra baste un botón: Por ejemplo, las penosas declaraciones de Alberto Fujimori la semana pasada, en la calle, muy suelto de huesos, haciendo gala de una  una envidiable lucidez y agilidad mental, permitiéndose hacer comentarios políticos que dejan muy mal parada a su “heredera” Keiko Fujimori, ya que, en primer lugar, se permite señalar que la presidenta de la República “debe de gobernar” hasta el 2026; en segundo lugar, que si participa o no en la política será una decisión que se tendrá que tomar entre Fuerza Popular y el fujimorismo evidenciando una escisión entre lo uno y lo otro, como señalando “ella tiene a Fuerza popular en tanto que yo soy el Fujimorismo”; y, en tercer lugar, despertando los naturales celos en los agentes políticos, porque parecería que podría ser, eventualmente, un candidato, si no es en la presidencia, en la plancha presidencial para que se genere un arrastre de votos de cara a ese mítico 2026.
En definitiva, lo que Fujimori demuestra, por un lado, es que no está para nada alejado de la política; que su enfermedad no era tal como se la exhibía urbi et orbi; que no le importa poner en riesgo su propio indulto basado en un supuesto “indulto humanitario” dejando muy mal parado a su abogado  Nakazaki  que pregonaba por calles y plazas que su representado estaba al filo de la muerte y que “nadie merecía morir en prisión (vbgr. Ver el explícito mensaje que le disparase nada menos que el premier Otárola; “mejor que se preocupe de cuidar de su indulto…”). Pero, para sorpresa de todos, súbita y nuevamente, sin qué, ni porqué, sin tener en cuenta la edad y las circunstancias en el Siglo XXI, manifestando un evidente desprecio por todo lo que ha generado su “indulto humanitario”, se mete a donde nadie lo ha llamado, esto es, en un juego político que ya no le corresponde.
Antes bien, a estas alturas de su azaroza vida, ya debería de estar cuidando su salud, de sus nietos, y, de alguna manera, atendiendo, ahora mejor que antes, de sus hijos como lamentablemente no lo pudo hacer en el pasado.
Por otro lado, en un claro “abrazo del oso” desnuda la orfandad política, nunca mejor expuesta, de su propia hija, que, si se apellidara “Keiko Ramírez” o “Keiko López”, “Keiko Quispe” o “Keiko Diaz”, no tendría ninguna trascendencia ni oportunidad en la política, pero, claro, la presencia de papi, nos hace recordar que ella tiene alguna vigencia porque es precisamente Keiko Fujimori, la hija de papi, sin entidad ni personería propia, tan solo la que le ha heredado por derecho de sangre el apellido Fujimori.  Dicho sea de paso, como nota al pié de página, de iun plumazo ha descartado como un intento fallido toda futura postulación o presencia política a futuro del otro hijo de la dinastía: Kenji.

 

“Es que he nacido para la política, para gobernar,»

 

Así las cosas, la presencia política de Keiko Fujimori se ve claramente opacada por la innecesaria participación de una persona anciana, que supuestamente está muy aquejada de diversas enfermedades muy graves, quien ha merecido el perdón del Estado respecto a su condena, que nunca ha reconocido su responsabilidad ni pedido perdón a los deudos de las víctimas por laas que fue judicialmente condenado, y que, sin embargo, quiere seguir participando en la arena política de la acuciante hora actual, con lo cual revela que más pesa su vocación política, su interés político o su ansiedad política que su propia salud o que las propias condiciones de sus hijos.
Alguien cercano a él en su exilio japonés antes de intentar esa fuga hacia adelante que le llevó a Chile y, de allí, sin escalas, al Fundo Barbadillo, le escuchó un día decir al cuestionarle porque ese afán de venir al Perú si estaba plenamente protegido en el Japón: “Es que he nacido para la política, para gobernar, no sé hacer otra cosa que gobernar…”
 Particularmente, ha terminado lastrando, sino hiriendo de muerte, a Keiko Fujimori, su propia hija, y, simultáneamente, ha sepultado y lapidado las opciones electorales que ésta podría haber tenido, si es que alguna le quedaba, en este escenario político tan complicado que empieza a desvelarse hacia el 2026.  Una suerte de Cronos, el dios de la mitología griega, solo que en el Siglo XXI.

2 thoughts on “¿“LEGADO POLITICO” O EL ABRAZO DEL OSO?

  • Enrique Ugarte

    El que escribe esta columna sólo destila su odio contra la familia Fujimori. Acaso el Ing. Alberto Fujimori no tiene derecho a opinar sobre política, no es un ciudadano? Tiene que pedirle permiso al autor de este artículo?.
    Pero claro, habla Fujimori, la gente lo saluda y los antis entran en pánico y se crispan. No soportan que haya gente que le reconozca las muchas obras buenas que hizo.

    PD: deberían siempre indicar el nombre del sitio del artículo que publican.

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    • Nancy Elena Miller Cabrera

      GRACIAS POR SU COMENTARIO.

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