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EL TERRIBLE PELIGRO DE UN PERÚ ESTANCADO ECONÓMICAMENTE

Una ley de las sociedades de ingreso medio es que el estancamiento económico inevitablemente lleva a la involución social, institucional y económica. Los ejemplos de Venezuela y Argentina que, luego de ser sociedades con mayoría de clases medias consolidadas, se convirtieron en países con mayoría de pobres son paradigmáticos al respecto. En otras palabras, cuando una sociedad con mayoría de clases medias se estanca económicamente, se cancela la prosperidad y se destruye a las mesocracias, las ex clases medias caen en la desesperación y suelen rendirse ante las demagogias y populismo estatistas.

El debate sobre el sector privado o el Estado como fuente de riqueza

¿Por qué semejante aproximación?  En el portal El Montonero, Carlos Adrianzén, hoy acaba de publicar un artículo en el que señala que el ingreso per cápita del Perú está estancado durante una década en alrededor de US$ 6,500 constantes del 2015. El ingreso per cápita de los peruanos es la mitad del de los chilenos y el doble del de los bolivianos. Sin embargo, Adrianzén advierte una tendencia preocupante: el ingreso per cápita del Perú, antes de acortar distancias con el de Chile, comienza a acercarse al de Bolivia. ¿Acaso el estancamiento nos lleva a una bolivianización de la sociedad y la economía nacionales?
¿Cuál es la razón fundamental de este estancamiento? Los gobiernos de izquierda de Humala, Vizcarra, Castillo y Boluarte, de una u otra manera, en medio de una crisis política sin precedentes, han contribuido a la caída sostenida de la inversión privada. Es decir, a la caída del principal motor y combustible del crecimiento y el proceso de reducción de la pobreza. Vale recordar que la inversión privada representa el 80% del total de la inversión nacional, aporta alrededor del 80% de los ingresos fiscales y provee cerca del 80% de los empleos en los mercados formales e informales.
Es evidente, pues, que si el Perú, como una sociedad de ingreso medio –es decir, una sociedad que ha cuadriplicado su PBI y logró reducir pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia– se estanca económicamente, inevitablemente, involucionará hacia el modelo estatista, populista y clientelista que empobreció a la mayoría de la población en los años ochenta. En otras palabras, si el estancamiento continúa el antisistema volverá nuevamente al poder, tal como sucedió con Castillo.
No hay entonces muchas vueltas que darle al asunto. O el Perú se decide por relanzar el crecimiento o la reducción de pobreza o se prepara para un nuevo asalto al poder del populismo estatista que, en esta ocasión, podría inaugurar una larga noche totalitaria para el país.
Ahora bien, la única manera de relanzar el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza pasa por aceptar que la única fuente de riqueza y prosperidad que se conoce en la historia moderna es la inversión privada, la permanente innovación empresarial. Todas las ideas que proponían que el Estado era el gran redistribuidor de la riqueza y, por lo tanto, una garantía de la prosperidad, han fracasado de principio a fin, incluso, los llamados estados de bienestar de la vieja Europa.
Si los políticos de buena voluntad, si los sectores lúcidos en el Ejecutivo, si las bancadas democráticas del Legislativo, pretenden evitar el regreso del estatismo y el populismo, deben sentarse a una mesa y empezar a desarrollar acuerdos para relanzar la inversión privada en el país. Una voluntad de ese tipo significa derogar todas las normas que crean procedimientos y sobrerregulaciones para detener las iniciativas ciudadanas, del sector privado y de la sociedad. Significa también fomentar reformas que incrementen la productividad de la economía, es decir, las reformas del Estado –acabar con el Estado burocrático–, las reformas tributarias, laboral, de la educación, de la salud y avanzar significativamente en la solución de los problemas acumulados en infraestructuras.
Una de las cosas difíciles de entender en el Perú es que, no obstante que el golpe de Castillo fue derrotado por una abrumadora mayoría de la sociedad, no se puede ejercer esa misma mayoría para relanzar el crecimiento, la inversión privada y el proceso de reducción de pobreza. La única explicación de esta situación es que los demócratas están colonizados ideológicamente por el progresismo y el colectivismo.
TOMADO DE: El Montonero

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