DESTACADASOPINIÓN

EL PROGRESISMO Y LA TERRIBLE BUROCRATIZACIÓN DEL ESTADO

A estas alturas, en que el modelo económico e institucional de las últimas tres décadas enfrenta la disyuntiva de reformarse o ceder ante el colectivismo estatista, es necesario desarrollar un balance, una reflexión profunda, sobre cómo hemos arribado a esta situación. Luego de las reformas económicas de los noventa, en vez de construir la cultura y la ideología de las transformaciones económicas, la sociedad política asumió la mayoría de los relatos y narrativas de la izquierda, de las corrientes neocomunistas y progresistas. 

Crear derechos imaginarios solo es posible con más Estado

Se presentó una situación virtualmente esquizofrénica: una economía que cuadruplicaba el PBI, que reducía la pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia –el mayor proceso de inclusión económica y social de la historia republicana–, mientras la política y la cultura se dedicaban a demonizar ese proceso.
¿Cómo se demonizaba la mayor etapa de crecimiento e inclusión social de la historia nacional? Por ejemplo, las oenegés de izquierda desarrollaron todas las leyendas, mentiras y fábulas posibles acerca de que la minería moderna contaminaba las aguas y era una amenaza para los recursos hídricos destinados para el consumo humano y la agricultura. Hoy ya sabemos que esas campañas eran ruines leyendas. Sin embargo, el Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Energía y Minas comenzaron a construir sobrerregulaciones y procedimientos –una virtual sovietización de los procedimientos– con el objeto de detener las exploraciones y la explotación de los recursos naturales. Mediante la violencia y las sobrerregulaciones se detuvo la minería moderna nacional, a pesar de las potencialidades mundiales del país.
Lo mismo vale para las agroexportaciones, la pesquería, la industria láctea, y otros sectores económicos: Todo es fábula y sobrerregulación. Por ejemplo, desde el gobierno nacionalista la industria pesquera nacional solo puede pescar desde la milla 5 no obstante que antes se hacía desde la milla 3. El cambio se hizo en base al supuesto argumento de defender la biomasa marina. Sin embargo, con la pesca desde la milla 5 la biomasa de anchoveta se mantiene en alrededor de 10 millones de toneladas, exactamente como estaba cuando se pescaba desde la 3. Todo fue una fábula para restarle productividad a una industria que alimenta ciudades enteras costeras y genera miles de empleos. Así, pues, se detuvo el capitalismo en el Perú.
Las corrientes progresistas al demonizar el crecimiento capitalista suelen promover la creación de derechos de aquí para allá: derechos de la mujer, derechos laborales al margen de la productividad, derecho a la identidad de las minorías, derecho al agua, derecho de la naturaleza a la sostenibilidad, derechos de género y así hasta el infinito. La trampa ideológica del progresismo y sus leyendas es que promueve la creación de estos derechos invocando la libertad absoluta; sin embargo, cada uno de estos derechos creados demanda más Estado, una nueva sobrerregulación, un nuevo ministerio o dependencia estatal.
En las últimas tres décadas, pues, la hegemonía progresista en la cultura creó uno de los estados más burocráticos de la región, a pesar de los criterios desreguladores de la Constitución de 1993 y los 22 tratados de libre comercio firmados por el Perú. Hoy el Estado es el mayor enemigo del crecimiento, y la principal fuente de informalidad y de pobreza del país.
Por todas estas consideraciones, si realmente pretendemos afirmar el sistema republicano y el modelo de crecimiento basado en la libertad y la inversión privada, los demócratas deben combatir ideológicamente al progresismo con la misma intensidad con que se enfrenta a las corrientes comunistas y colectivista.
El ajuste que debe enfrentar la sociedad tiene que ver con la reducción de un Estado que consume cerca del 30% del PBI (de alrededor de US$ 240,000 millones), con la cancelación de la mitad de los ministerios, con la privatización de las empresas estatales y con la poda radical y general de las sobrerregulaciones estatales construidas por el progresismo para ahogar, asfixiar, las iniciativas privadas, de la ciudadanía, y de la sociedad en general.
TOMADO DE: El Montonero

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *