Durante la devastadora epidemia surgieron verdaderos héroes. Fueron una legión de 516 policías – y 550 médicos que fallecieron de COVID-19, auxiliando a la población.
Esta es una historia donde se entremezclan héroes y villanos, ciudadanos ejemplares con oportunistas mitómanos; en suma, el bien y el mal convivieron tres años terribles de pandemia.
Durante la devastadora epidemia surgieron verdaderos héroes. Fueron una legión de 516 policías – entre ellos, el general Julio Mercado, director de Sanidad Policial – y 550 médicos que fallecieron de COVID-19, auxiliando a la población.
De otro lado, según registro de la PNP, 32 mil efectivos resultaron contagiados así como miles de sus familiares. Recordemos, por ejemplo, al entonces comandante general de la PNP, Orlando Velasco Mujica, hospitalizado 70 días (40 con incubación traqueal), debatiéndose entre la vida y la muerte.
Al salir del dramático episodio, causado visitando pacientes en los hospitales , el general Velasco acudió a Palacio de Gobierno para saludar al nuevo presidente interino, Francisco Sagasti, y al ministro del Interior,Rubén Vargas, quienes agradecieron ese gesto y destacaron su acción cívica, para una hora después pasarlo al retiro con otros 17 generales, bajo la agraviante imputación de estar involucrados en compras corruptas o por autorizar el uso de municiones prohibidas contra violentos manifestantes que protestaron contra el breve gobierno de Manuel Merino, sin aportar ninguna prueba para formular esos graves e infames cargos.
En ese contexto debemos recordar que en las marchas de Lima los efectivos policiales recibieron insultos, pedradas, escupitajos, palos, ataques con pintura, bombardas y avellanas pirotécnicas por impedir valerosamente que las turbas ingresaran al área restringida de la ciudad, especialmente al Congreso de la Republica, que pretendían incendiar.
Los excesos atribuidos a las fuerzas del orden no se corroboraron con pruebas y los responsables de la muerte de los dos marchantes hasta hoy se desconocen.
Sí sabemos, en cambio, que, de acuerdo a la necropsia de ley y a la Investigación fiscal, que estos no murieron por armas de la PNP, sino por armas hechizas que utilizaba la turba.
Lo evidente, sin embargo, fue que algunos medios de prensa criminalizaron la acción policial y sacralizaron a los beligerantes movilizados.
Inclusive, no faltaron personajes que estimularon las movilizaciones, como hizo un gerente tuitero del Banco de Crédito y el doctor Elmer Huerta, de RPP, que afirmó irresponsablemente que las marchas no contagiaban – para sutilmente alentarlas – a contracorriente de sus propias opiniones y de la Organización Mundial de la Salud; y, por supuesto, esas aglomeraciones sí produjeron contagios y muertes, de acuerdo al presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, Dr.Jesús Valverde.
Recordemos, asimismo, que alentados por los aplausos y homenajes al nuevo régimen de Sagasti, delincuentes tomaron carreteras en el norte, centro y sur, muriendo otro joven y atacando a la PNP y lo mismo hicieron en Ica y Virú, hiriendo a 42 efectivos , quemando una ambulancia, ingresando a saquear fundos y bloqueando vías de comunicación.
Fueron, sin duda, patrañas calificar de «héroes» a quienes, entre otras «hazañas», se desplazaron a los domicilios del entonces mandatario Manuel Merino y de su Premier Ántero Flores-Araos, para insultarlos cobardemente y aterrorizar a sus familias, como también llegaron al departamento del periodista de Willax, Beto Ortiz, con similar propósito.
Pregunta: ¿los Ministerios de Cultura y de Relaciones Exteriores, que en su momento impulsaron una exposición fotográfica en el «Lugar de la Memoria» en recuerdo de Inti y Bryan – con el intromisivo auspicio financiero de la Embajada de España – ¿ en algún momento harán una ceremonia similar en honor a policías y personal de salud que murieron por COVID-19 o fallecieron enfrentando al terrorismo ?.
Es tiempo de convertir «El Ojo que Llora» en un espacio de homenaje a nuestros verdaderos héroes, hoy ignorados.
No olvidemos, de otro lado, que mas de 200 mil peruanos murieron por la pandemia, la cifra mas alta en el mundo por millón de habitantes.
Tampoco olvidemos que durante el régimen de Vizcarra no se compró una sola vacuna; que no habían camas UCI ni balones de oxígeno y, desde luego, tengamos vivo el acto infame de conocer que el ex mandatario se vacunó a escondidas de la población.