Que la “reelección inmediata”, incluyendo a los actuales congresistas, nos está pasando factura, es tan evidente que, podemos inferir, es motivo principal para el cambio de actitudes pasivas por agresivas fiscalizadoras, interpeladoras, censuradoras
Nos acercamos a un mes, con el escándalo “reloj Rolex de la presidenta” acumulando titulares y espacios mediáticos, atención de la ciudadanía y, motivando shows fiscalizadores de la politiquería congresal que sueña con instalarse en la cámara de diputados o senadores a partir del 28 de julio de 2026. También, generando el aprovechamiento de “salvadores” del país que, ante la cercanía de elecciones siempre aparecen como hongos en épocas de lluvia, para arremeter con críticas, acudiendo a conocidas frases efectistas y reiterativas (más de los mismo).
En esta coyuntura ya es evidente. La reelección inmediata colgada de la bicameralidad, nos está pasando factura. Si la presentación del “Gabinete Adrianzén” pidiendo el voto de confianza, no tuvo novedad que resaltar y fue un rito más en su existencia que culminará con este gobierno, el debate en el Pleno, sirvió para “disfrutar” de intervenciones figuretis de congresistas, buscando notoriedad ante la posibilidad de su reelección. Demagogia, shows e incoherencias entre los mal leídos (con excepciones) discursos y el sentido de sus votaciones, pintaron otra jornada intrascendente para los problemas de fondo.
Al margen, las investigaciones del caso “reloj Rolex” deben de continuar con profundidad y, habiendo la presidenta, asistido a prestar su declaración, corresponde al MP llegar a la verdad; sería oportuno bajar las presiones políticas y mediáticas y dejar a la fiscalía haga su trabajo. Existen muchos otros problemas que merecen igual o mayor y urgente atención y participación ciudadana; toda vez que, el entusiasmo reeleccionista y el electoral de los nuevos “salvadores” ya empezó. Ni los primeros consideran una agenda país; ni los otros, tienen propuestas que garanticen que no daremos nuevo salto al vacío.
En tal sentido, la atención al desarrollo de la política, en el Ejecutivo y Congreso; así como de las acciones del Sistema Judicial e instituciones constitucionalmente autónomas, deben merecer la máxima atención pública, en cabal ejercicio del derecho de ciudadanía, a fin de ubicarnos con responsabilidad, libertad y convicción en la posición que nos muestre lealtad con el país y, sobre todo, que sus representantes ostenten una hoja cívica con ética pública y no sean producto de solo cambió de etiqueta para despistar de su paso por diferentes partidos y mediocre gestión pública. Así de simple.
Que la “reelección inmediata”, incluyendo a los actuales congresistas, nos está pasando factura, es tan evidente que, podemos inferir, es motivo principal para el cambio de actitudes pasivas por agresivas fiscalizadoras, interpeladoras, censuradoras (cuidándose de no pasar el límite que garantiza su “estabilidad laboral” hasta el 2026, gracias al contubernio de los extremos y satélites con partidos y líderes investigados por corrupción, con el gobierno); así también, es motivo de populismos, despropósitos legislativos y harta demagogia como las regadas en las “semanas de representación” (Electorerismo).
Por otro motivo, no tendríamos o habría menos iniciativas y leyes como las de las últimas semanas. Insistir en la vacancia presidencial a sabiendas que no hay votos; “legalizar” la informalidad en el transporte, incluyendo el interprovincial; excluir de responsabilidad penal a los partidos comprometidos en corrupción; incorporar a carrera magisterial a profesores cesados por no haber rendido evaluación o haber desaprobado; normas que amenazan al periodismo y la libertad de prensa; ley de apoyo a minería ilegal, denuncias contra fiscales que investigan a congresistas; etc., etc., son patéticas.
A lo anterior se puede añadir, la desfachatez de los pedidos de créditos suplementarios en favor del Congreso, para sostener sus sinecuras y ventajas sobre las candidaturas que no son reeleccionistas. Así mismo, el deslinde de los correligionarios de AP, sobre la actuación e iniciativas del grupo de congresistas que, pese a haber sido expulsados, continúan usando la bancada y el nombre del partido, dañando la trayectoria de valores democráticos que nos legaron el fundador, líderes y mártires. Los llamados “niños” comprometidos en carpetas fiscales, no representan a la militancia de AP, sobre todo de base.