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EL TRABAJO Y EL ESTADO TOTALITARIO

Escribe: Francisco Diez-Canseco Távara (*)

 

La humanidad se encuentra hoy  esencialmente entre optar por la autocracia -comunista o a secas autocracia- o la democracia que, en la frase de Churchill, es el peor de los sistemas pero es mejor que todos los demás.

Es, sin duda, largo el camino recorrido desde el sacrificio de los mártires de Chicago a mediados del siglo XIX que condujo a la implantación universal de la jornada de las 8 horas y a la celebración anual del Día de los Trabajadores el 1ro de Mayo.

Esa ruta ha servido  para desarrollar un sistema de derechos y deberes laborales que esta consagrado tanto en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 -no suscrita por la Uniòn Soviética- como en otros documentos de Naciones Unidas y que rige en casi todos los países del mundo con democracias liberales, constituyendo la regla de excepción   aquellos en los que el comunismo ha reemplazado la tan cantada afirmación  marxista de la necesidad de eliminar “la explotación del hombre por el hombre” por la explotación del hombre por el Estado.

Desde el desarrollo del stajanovismo por la oprobiosa y genocida dictadura de Stalin -la misma que condujo a la muerte por inanición a  6 millones de ucranianos- por el cual el Estado soviético pretendió incentivar el rendimiento de los trabajadores rusos invocando meramente su espíritu revolucionario , hasta la China Comunista donde los sindicatos están  obligatoriamente afiliados al Partido Comunista, la llegada de los rojos al Poder ha significado el establecimiento, no de una dictadura del proletariado como ellos pregonan, sino de autocracias que alientan y se sostienen con oligarquías corruptas que precisamente con el apoyo de un Estado omnipotente explotan de una u otra forma al proletariado.

La teoría de la plusvalía, que es la medula central de la tesis marxista, resulta así aplicable a los esquemas de gobierno creados bajo esa ideología en la medida que en tales  regímenes totalitarios si se extrae del trabajador la riqueza que genera sin remuneración compensatoria y son los jerarcas los que se enriquecen con el trabajo ajeno en un marco de impune y permanente violación de los Derechos Humanos.

La humanidad se encuentra hoy  esencialmente entre optar por la autocracia -comunista o a secas autocracia- o la democracia que, en la frase de Churchill, es el peor de los sistemas pero es mejor que todos los demás.

Tenemos que luchar para consolidar en el Perú una democracia con justicia social, sin corrupción y sin violencia.

(*) Presidente de Perú Acción
      Presidente del Consejo por la Paz

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