ABOGADOS Y CLIENTES
Antaño, en el uso forense y el bien hacer, era imposible que un abogado declarara públicamente contra un cliente y, al mismo tiempo, era igualmente inimaginable que un abogado hablara mal de su excliente. Los códigos de ética y los códigos de conducta del ejercicio de la profesión impedían que esto ocurriera, de tal manera que la relación cliente-abogado era una relación privilegiada, sagrada, porque está basada fundamentalmente en el derecho de defensa y en el secreto profesional, que son simultáneamente derechos humanos y garantías constitucionales de la administración de justicia, también reconocidas por el Pacto de San José.
La sociedad ha decrecido en el respeto a los derechos fundamentales, sobre todo, en el derecho a la defensa. La gente sigue aplaudiendo a rabiar las detenciones que se prodigan de la manera más fácil posible, y, al mismo tiempo, deploran las libertades que se concede por el mismo Poder Judicial.