Trump se piensa retirar de Ucrania y dejarle el problema a los europeos. ¿Cuántos cientos de millones de dólares están en juego? El tema es que Trump es un hombre incómodo para la élite en el poder de los Estados Unidos, sea esta militar, académica o cultural.
Thomas Matthew Croocks, de 20 años, fue el hombre que disparó el último fin de semana contra Donald Trump. El hoy candidato Oficial del partido Republicano a la presidencia de los Estados Unidos, se salvó de ser asesinado cuando giró la cabeza y la bala le rozó la oreja. Croocks asesinó a una persona que se encontraba en la manifestación de Butler, Pensilvania, donde Trump realizaba un mítin político. Hubo dos heridos de gravedad. El francotirador Croocks estaba a 132 metros del podio de Trump y fue finalmente abatido por el Servicio Secreto, encargado de la seguridad de Trump luego de que varios testigos avisaran que Croocks se encontraba con un rifle en un tejado.
El atentado contra Trump, un hombre controvertido, se explica en razón de la demonización y deshumanización de su persona humana. Esta táctica de propaganda fue utilizada por los nazis contra los judíos en Alemania y Europa para exterminarlos sin piedad. Los pintaban como obesos mandamáses con sombrero de copa y nariz de pepino, explotadores capitalistas del pobre pueblo alemán. Quitándoles la humanidad, pues fue muy sencillo aporrearlos, vejarlos, encarcelarlos por malos, y, además, internarlos en campos de concentración para asesinarlos en masa. El genocidio estaba plenamente justificado para los nazis.
A Trump los medios y la Academia caviar, progresista o «liberal» lo pintna como un nazi o un fascista que es un peligro para la democracia de los Estados Unidos. El New Yorker lo retrata en una de sus tantas portadas dedicadas a Trump, como un gordo Göring, lleno de medallas, marchando a paso de ganso como el ejército alemán. ¿Habrá visto esta portada Thomas Matthew Croocks? ¿Lo habrá incentivado a disparar para deshacerse de un «fascista»? ¿O peor aún, de un nazi? La revista Time trata de bajarle los decibeles al intento del magnicidio.
Parodia: Man of the ear, en vez de Man of de year. Lo cierto, lo concreto y lo real es que Trump es todo menos un nazi o un fascista. Sus yernos son judíos o varios de ellos. Trump es el menos imperialista de los dos candidatos y de varios presidentes de los Estados Unidos. No hubo guerras importantes en la era Trump, mientras que éste afirma que se retirará de Ucrania, impeliendo a que Europa asuma su responsabilidad si quiere. Trump deslinda con ser el policía del mundo e invita a sus aliados a que contribuyan con sus presupuestos al mantenimiento del orden mundial.
La última vez que estuve en Washington, luego del asalto popular al Capitolio, vi un graffiti que decía «The manchurian candidate». Se refería a Trump y a una película de los años 60 en la que los soviéticos habían infiltrado a un agente que se convertía en presidente de los Estados Unidos. Una invitación a matarlo, claro. Luego, una versión más reciente, ya terminada la Guerra Fría, eran las corporaciones bélicas la que le lavaban el cerebro al candidato. El resultado es el mismo: la eliminación del «demonio» porque no es «humano».
Fue el héroe de la Segunda Guerra Mundial y presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower, el que advirtió a sus sucesores sobre el poder del Complejo Industrial Militar en los Estados Unidos. Trump se piensa retirar de Ucrania y dejarle el problema a los europeos. ¿Cuántos cientos de millones de dólares están en juego? El tema es que Trump es un hombre incómodo para la élite en el poder de los Estados Unidos, sea esta militar, académica o cultural. Ponerlo como nazi o fascista es la coartada de los nazis y fascistas que representan a esa élite.