Escribe: Pedro Morales Mansilla

LXIV aniversario de la fundación de Acción Popular | Fernando Belaunde | Pedro Morales Mansilla | | Política | La República

haría bien en contribuir a aminorar  el drama que estamos viviendo si, en acto de arrepentimiento y enmienda, empieza por limpiarse de todo personaje tóxico que contamina la majestad de su Pleno priorizando la necesidad de blindarse

La prepotente utilización del poder político que exhibe el grupo mayoritario de personajes que ha llegado a ser parte del actual periodo congresal y conformar una “coalición” de supervivencia del gobierno y el Congreso, no tiene llenura en sus angurrias de poder y  de sus ventajas crematísticas, ni un mínimo de pudor en seguir atizando la convulsión social que ha producido con las cuestionadas normas que imponen a conveniencia y consigna de los dueños de sus partidos, legislación que al mismo tiempo, debilita, lejos de fortalecer, la lucha  contra de la inseguridad ciudadana.

El papelón que hicieron en el último Pleno (viernes 11/10/2024) es realmente triste y provocador a la tolerancia ciudadana que si no enmiendan, seguiremos padeciendo las consecuencias de una especie de “prepotencia congresal versus enfado ciudadano”, que ha concebido un plazo para un paro general que vence el próximo12 de noviembre, si el Congreso no legisla acorde con el sentir ciudadano que siente  directamente el incremento de la criminalidad que atenta sus vidas y paraliza  sus actividades y si el gobierno no responde con mayor solvencia y eficacia  la dramática situación.

El momento pone a prueba a los partidos y líderes, tanto de los que están en el Congreso como a los que han surgido como hongos en épocas de invierno en estos últimos tiempos, sobre su capacidad de propuesta y concertación.

No basta presentarse en el marco de una competencia de hipócritas comunicados, aparentando preocupación por el flagelo criminal que nos abate, ni una  sesión semipresencial del Congreso  que mostró su poca empatía con la situación que nos abruma, insistiendo en discursos repetitivos y con verdades de Perogrullo que, en concreto, nada nuevo, ningún aporte creativo ofrecieron, limitándose a “exigir” al Ejecutivo, acciones urgentes contra el CRIMEN y el TERROR, como fondo del debate de la demanda de las calles por la derogatoria de la llamada ley de crimen organizado (32108) y el archivamiento de la fórmula de “terrorismo urbano”, “debate” que al final fue un fiasco, una finta burlona ante el caos que se viene agigantando.

Realmente, insistimos, como seguro es el sentir de millones de compatriotas, que son al extremo preocupantes e indignantes las posturas del Congreso que no cesan de perturbar la institucionalidad y equilibrio de poderes del país.

Creemos que haría bien en contribuir a aminorar  el drama que estamos viviendo si, en acto de arrepentimiento y enmienda, empieza por limpiarse de todo personaje tóxico que contamina la majestad de su Pleno priorizando la necesidad de blindarse; porque si no es así, los actos y votaciones  continuarán supeditados al interés del intercambio de favores (“otorongo, no come otorongo”) entre quienes tienen mochilas que se investigan y por lógica no tienen libertad de conciencia, legitimidad ni la autoridad moral para ponderar sobre los dos problemas cruciales de estos días en función del interés público, limitándose a aprobar o desaprobar en función al interés de su “blindaje”.  Sería una forma de iniciar la recuperación de su legitimidad y transparencia en sus acuerdos.