Hoy enfrenta una feroz campaña de sus opositores luego de haber conseguido exitosamente la donación de la empresa norteamericana Caltrain
Rafael López Aliaga, el alcalde metropolitano de Lima, es un hombre confrontacional… no cabe duda de ello. Su estilo directo y poco “político” polariza; así, hay quienes lo adoran y también quienes lo detestan. Pocos son los indiferentes. El burgomaestre capitalino proviene de la empresa privada; de hecho, fue un exitoso financista que incursionó en el negocio hotelero y ferroviario. Su visión empresarial lo llevó a tener lujosos hoteles y administrar la red de ferrocarriles que tiene como destino la ciudad del Cusco y la ciudadela de Machu Picchu, principales atractivos turísticos del Perú.
Tuvo una breve incursión como concejal metropolitano durante la segunda administración de Luis Castañeda Lossio (2007-2010) y luego postuló, sin éxito, al Congreso. Decidido a obtener un cargo público, obtuvo un meritorio tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2021, unos comicios plagados de irregularidades que llevaron al poder a Pedro Castillo, hoy en prisión acusado de perpetrar un fallido golpe de Estado en diciembre de 2022.
Se lanzó con éxito a la alcaldía de Lima en 2022 y, en su primer intento, derrotó -por estrecho margen- a su ocasional oponente, el muy locuaz militar, exministro y excongresista Daniel Urresti, hoy -también- purgando prisión condenado por el homicidio de un periodista en los convulsionados años ochenta.
López Aliaga, quien a fin de año cumple la mitad de su mandato (2023-2026), prometió mucho durante su campaña y, fiel a su personalidad ejecutiva, ha venido cumpliendo muchas de estas promesas. Se ha enfocado en las poblaciones más vulnerables de una caótica megalópolis como Lima, que bordea los once millones de habitantes en cerca de 2,700 km2 de extensión y que se compone de 43 distritos.
No tiene buena prensa; no le interesa hacer migas con la mayoría de medios, más interesados en el escándalo que en la noticia misma. Así, la campaña por las ollitas comunes, dotar de agua potable y la entrega de equipos de cocina a gente muy humilde ha sido una constante en su gestión. También viene cumpliendo con la promesa de entrega de motocicletas a la policía para combatir la inseguridad ciudadana, el problema más álgido que afronta el país.
Hoy enfrenta una feroz campaña de sus opositores luego de haber conseguido exitosamente la donación de la empresa norteamericana Caltrain (operador ferroviario de la ciudad de San Francisco) de 19 locomotoras diésel-eléctricas y 90 vagones de dos pisos para ser utilizados en la ruta Lima-Chosica, vía altamente congestionada y con unidades de transporte sumamente precarias. La donación, que implica tan solo un gasto de 24 millones de dólares por el traslado y reacondicionamiento (una bicoca si se compara con el precio de las unidades a precio de mercado), ha sido positivamente valorada por diversos expertos y aplaudida por la gran mayoría de ciudadanos, principalmente los que sufren día a día la odisea que significa movilizarse entre Lima y Chosica.