…la cereza que coronó el pastel vino de la espontánea y masiva protesta del pueblo católico contra una indignante obra de unos alumnos de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Malos días para los rojos/progres/caviares y socialconfusos en el Perú… y en el mundo. Empezaremos por resaltar la invitación del presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, a la juramentación de su segundo período gubernamental a los principales líderes mundiales de la derecha conservadora y liberal, entre ellos el alcalde metropolitano de Lima, Rafael López Aliaga. Días antes, en un acertado y oportuno gesto, repuso la estatua del fundador de Lima y conquistador del Perú, Francisco Pizarro, en la Plaza de Armas de la capital con motivo del 490.º aniversario de la tres veces coronada villa y también denominada Ciudad de los Reyes. Este acto ha causado la urticaria de una serie de personajillos progres (la inmensa mayoría de apellidos castizos) que han salido a “cortarse las venas” y protestar en un idioma que nos legaron justamente Pizarro y los españoles.
Solo anotaremos que somos, orgullosamente, una mezcla de las culturas prehispánicas, el Imperio incaico y de la España imperial (naturalmente luego enriquecidos con otras culturas y etnias). Somos, por tanto, peruanos… ni incas ni españoles, y hoy Pizarro ocupa el lugar que le corresponde junto al monumento al cacique Taulichusco.
De otro lado, el apanado al rojerío continuó firme y parejo con la anulación del juicio oral en el Caso Cócteles contra Keiko Fujimori. Hoy, en suspenso por la apelación de la fiscalía, pero esperanzados no solo en la ratificación de esta anulación, sino en la destitución de los jueces y fiscales a cargo de ese írrito proceso e, inclusive, en una investigación y acusación penal contra los magistrados que estuvieron a cargo de este mamarracho.
No olvidemos, asimismo, que en 2021, el fiscal a cargo del proceso, José Domingo Pérez, intervino —y directamente— en la política al apresurar una acusación muy mal hecha en dicho proceso (devuelta increíblemente ¡19 veces! por un mal juez) contra Keiko Fujimori. Aquel acto perjudicó incuestionablemente la campaña presidencial de Keiko y propició la victoria fraudulenta del ratero y fallido golpista de Castillo, una victoria que contó con el auspicio y apoyo de la izquierda y la progresía.
Finalmente, la cereza que coronó el pastel vino de la espontánea y masiva protesta del pueblo católico contra una indignante obra de unos alumnos de la Pontificia Universidad Católica del Perú que agraviaba a la Virgen María, presentándola como un travesti.
El unánime rechazo de las principales instituciones públicas y privadas a esta blasfemia motivó que algunos despistados insinuaran una censura, algo que no ha ocurrido en lo absoluto. Tan solo fue el justo reclamo de que tal puesta en escena NO puede llevarse a cabo en una universidad que, por su denominación y condición, tiene el deber de defender y cautelar el correcto uso de la simbología católica. Que la presenten en cualquier otro espacio alternativo progre, no en la PUCP.