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A DEMOLER EL ESTADO BUROCRÁTICO: PRINCIPAL FUENTE DE LA POBREZA

Ahora que se desarrolla la edición del CADE 2023, vale reflexionar sobre el papel del empresariado en la construcción de una sociedad que erradique la pobreza y afirme la institucionalidad y las libertades en el país. Quizá para empezar valdría señalar que, a inicios de este siglo, cuando el Perú crecía en tasas anuales promedios del 6% del PBI y reducía varios puntos porcentuales de pobreza por año, se proyectaba que si seguíamos creciendo a ese ritmo el país podría acercarse en el 2021 al umbral del ingreso per cápita de un país desarrollado. 

 

El papel del sector privado frente a una organización estatal anticapitalista

 

Todas las posibilidades y sueños se truncaron. Desde el 2014 pasamos a crecer debajo del 3%, la reducción de pobreza se estancó, llegó la tragedia de Pedro Castillo y hoy la pobreza alcanza a casi un tercio de la población. ¿Qué sucedió? ¿Por qué el Perú confirmó que es el país de las oportunidades perdidas?
A pesar de los principios desreguladores de la Constitución de 1993, y no obstante los 22 tratados de libre comercio, el Estado del Perú se convirtió en enemigo de la sociedad y la inversión privada y en la fuente de informalidad y pobreza nacional. Las sobrerregulaciones y procedimientos que se crearon a nivel de los gobiernos central, regional y local, y la voluntad de empoderar a los burócratas y funcionarios, simplemente, transformaron en letra muerta la Constitución y las leyes nacionales.
El Estado se convirtió en enemigo de la sociedad mientras la inversión privada –ya sea en los mercados formales o informales– se organizaba como la principal columna que sostenía el Perú: generaba el 80% de los ingresos fiscales y creaba más del 80% del empleo. Algo más. Según todos los organismos multilaterales, en las últimas tres décadas, la reducción de pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia (hoy está en 27.5%) en más de un 80% se explica por el empleo generado en el sector privado.
Considerando que en los últimos 30 años los políticos, los partidos políticos, los intelectuales, la cultura y la academia han fracasado de principio a fin, el papel del sector privado para salvar al país de la desorganización nacional se vuelve extremadamente superlativo. Los empresarios entonces deben desarrollar un balance de la realidad nacional y del papel del empresariado a partir de esta constatación incuestionable: el Estado ha fracasado en todo y el sector privado ha sostenido la peruanidad.

 

El empresariado debe entender que el desarrollo de un modelo anticapitalista no solo se concreta con la elección de un gobierno bolivariano como el de Castillo, sino también a través de la sobrerregulación y burocratización estatal

 

El enemigo entonces está en el Estado, en la política, en las corrientes comunistas y progresistas que han organizado todas las narrativas que han impulsado la brutal burocratización del Estado. Los datos son incuestionables: las regiones más pobres del Perú –entre ellas Cajamarca, Puno, Ayacucho, Huancavelica y Huánuco– que tienen pobreza sobre el 40% de la población, suelen tener una informalidad que sobrepasa el 80% de la economía y la sociedad. Según el economista Carlos Adrianzén, la sierra y la selva solo suman el 20% del PBI mientras el 80% restante es aporte de la costa. La única explicación: el nivel de informalidad que afecta a las regiones no costeras como producto de un estado disfuncional.
El empresariado nacional, entonces, debe entender su papel en las últimas tres décadas en el mantenimiento de la viabilidad de la sociedad y la peruanidad, y salir criticar, a demoler, el Estado burocrático que han creado las corrientes progresistas y colectivistas con sus narrativas que demonizan a la inversión privada con el objeto de empoderar a los burócratas.
El empresariado debe entender que el desarrollo de un modelo anticapitalista no solo se concreta con la elección de un gobierno bolivariano como el de Castillo, sino también a través de la sobrerregulación y burocratización estatal que levantan cordilleras inalcanzables para la sociedad y el sector privado. La reforma del Estado, pues, debe empezar por demoler el Estado burocrático, tal como a inicios de los noventa se demolió el Estado empresario.
TOMADO DE: El Montonero

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