Los cascos azules de las Naciones Unidas no acatarán las demandas del ejército israelí para que se retiren del lugar en donde se concentra la ofensiva militar y, en ese sentido, ratificaron su decisión de permanecer en la zona fronteriza ubicada en sur del Líbano.
«Las fuerzas israelíes nos pidieron que abandonáramos nuestras posiciones desde la frontera hasta cinco kilómetros de la Línea Azul; pero hubo una decisión unánime de quedarnos, porque la bandera de la ONU debe ondear en esta zona que separa Israel y Líbano”, dijo Andrea Tenenti, portavoz de la fuerza de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en Líbano (la Finul).
Tenenti explicó que la decisión de permanecer se tomó a pesar de las condiciones «muy, muy difíciles» y que los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá han causado «muchos daños incluso dentro de las bases».
«Anoche mismo, en la posición de las fuerzas de paz ghanesas, justo en el exterior, la explosión fue tan fuerte que destruyó gravemente algunos de los contenedores que había en el interior», dijo a la agencia internacional de noticias AFP.
El mayor problema reside en que este cuerpo (que cuenta con 10,000 efectivos), está bajo fuego cruzado entre Israel y Hezbolá. La fuerza de paz de la ONU ya ha acusado al ejército de Israel de “disparar repetida y deliberadamente contra sus posiciones”.
La denuncia provocó una fuerte condena internacional. Desde entonces, cinco cascos azules han resultado heridos, al menos dos de ellos por disparos israelíes.
«Los cascos azules tienen que permanecer en búnkeres (…) y es muy difícil vivir así durante 12 meses, porque esto no empezó ayer», declaró el portavoz de la Finul. Hoy en día, es «muy difícil continuar las actividades de vigilancia porque los bombardeos son incesantes», refirió Tenenti.
Sostuvo que la misión principal de la Finul ha sido (desde su despliegue en 1978 y su refuerzo en 2006 tras la guerra de ese año entre Israel y Hezbolá) garantizar el cese de hostilidades.