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CONGRESISTAS DEBEN ENTENDER QUE LOS PERIODISTAS NO SON AMBULANTES

Es imperativo llamar la atención sobre a indebida restricción a la libertad de prensa en el Congreso de la República. Obligar a los hombres de prensa a cumplir con su labor fuera del recinto del Legislativo es un despropósito ciertamente reprochable. Los periodistas no son ambulantes.

Pretender callar al mensajero es un absurdo, como también lo es obstaculizar la labor de los periodistas tal y como lo vienen haciendo no sólo los llamados padres de la patria, sino también el actual mandatario,

Causa sorpresa que bajo el pretexto de las medidas sanitarias con motivo de la pandemia se impida la labor informativa sobre todo cuando, esas mismas medidas, han sido flexibilizadas por las propias autoridades.
Viene al caso recordarles a los legisladores que los poderes públicos pueden y deben ser objeto de control, y la información pública es -qué duda cabe- una forma de control ante la opinión pública.  De modo que resulta inadmisible que se mantenga en las afueras del parlamento nacional a los hombres prensa, impidiendo con ello su trabajo y la debida transparencia que debe tener el máximo foro de la Nación.
El reclamo, por cierto, ha sido escuchado y difundido por medios locales y extranjeros. No en vano, tenemos la visita del Relator para la Libertad de Expresión y de Prensa de la Comisión Interamericana de DDHH, Sr. Pedro Vaca, quien elaborará un informe para la CIDDHH con sede en Washington, donde seguramente el estatus del Perú en el tema de la libertad de prensa no va a quedar bien parado.
Tal parece que el Ejecutivo y el Legislativo si tienen un oscuro pacto contra la transparencia, habida cuenta que ambos poderes del Estado suelen culpar al periodismo de todos sus errores, desaciertos y cuchipandas.
Las autoridades deben entender que la función de los periodistas es informar a la ciudadanía y, por consiguiente, nuestro compromiso es para con ella y no con el poder de turno. De igual modo,  parece que tampoco comprenden  que la agenda no la pone la prensa, sino los eventuales protagonistas de nuestra política, quienes a fin de cuentas deben de ser fiscalizados por el pueblo, el cual tiene el derecho a recibir libremente la información a través de los medios de comunicación.
Pretender callar al mensajero es un absurdo, como también lo es obstaculizar la labor de los periodistas tal y como lo vienen haciendo no sólo los llamados padres de la patria, sino también el actual mandatario, quien se niega a responder el sinnúmero de preguntas que todos los ciudadanos tenemos respecto hacia a dónde quiere conducir los destinos de nuestro país.

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