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DESPELOTE

Escribe: Elmer Barrio de Mendoza

 

Nuestra presidente sufre del Síndrome de Eróstrato, quiere pasar a la historia pero no cumple el perfil.

Dina Boluarte, nuestra presidente aunque nos disguste, fue vejada en Ayacucho por dos señoras, una que la increpó y otra que la tronó de los pelos. Faltas ambas, inaceptables, que no delitos. Acaba de suceder algo parecido con Macrón y eso nos dará una buena referencia comparativa.
Pero sucede que la presidente se desesperó y acabó jalándose los pelos ella misma. Defenestró feamente al Comandante General, al Jefe de Estado Mayor y al Inspector General de la Policía, sin tener presente que la institución policial ya ha sido objeto de cuanto vejamen imaginable existe desde Francisco Sagasti en adelante. Se suma Dina al escarnio de la fuerza pública porque le mesaron los cabellos en Huamanga. Y se suma también a la destrucción institucional por no tener la paciencia de determinar las causas de lo que ocurrió.
Es que ya lo dijimos: Nuestra presidente sufre del Síndrome de Eróstrato, quiere pasar a la historia pero no cumple el perfil.

Preguntas obvias

  1. ¿Cuál era el propósito de visitar Ayacucho?
  2. ¿Hubo un reporte de inteligencia previo a la visita?
  3. ¿Supervisó el diseño del operativo de su seguridad?
  4. ¿Qué sentido tenía lanzar caramelos a una población que padece hambre y que no la quiere?
  5. ¿Por qué reaccionó sólo contra la Policía y no expectoró al probable primo de Fred Gwynne que funge de Ministro del Interior cual holograma?
Sería bueno recordar que la DINI depende de la Presidencia del Consejo de Ministros, cuyo titular ha sido denunciado de vigilar, con recursos del Estado, a las amigas que no le dan bola.
Es inadmisible que la máxima autoridad del país, no importa si de carambola, sea materia de agravio capilar pero ello no obsta responder a las preguntas más obvias respecto de este penoso incidente.
No tenemos gobierno, tenemos una escenificación grotesca.
Y tenemos una expansión criminal, incluido el senderismo supérstite que exige tener un  gobierno y no una pantomima.
¡Qué pena!

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