Vamos Gorriti, no eres brillante como pretendes pero quizá aún te puedas redimir.
Gustavo Gorriti es igual que José Pérez: sufre de megalomanía y esa será la causa de su derrumbe. La diferencia es que Gorriti es una especie de virrey mientras que Pérez usa librea, que algunos maledicentes han confundido con chaleco antibalas.
Escribe mal y habla peor
Gorriti -Ellenbogen por parte de madre- es considerado por su legión de admiradores un notable periodista de investigación. Sospecho que no lo es pero no importa por ahora.
Gorriti escribe de vez en cuando, últimamente en coautoría. Escribe muy mal y creo que su aporte principal a los reportajes es introducir palabras rimbombantes. Gorriti habla menos de lo que escribe, porque si escribe muy mal, habla pésimo. Su discurso es una secuencia de insultos y anatemas. Entre ellos, como no, introduce una palabra pomposa. No puede con su genio. A veces me parece que busca alguna en el diccionario diez minutos antes de hablar y la incrusta como sea en lo que dice. Ese método es muy riesgoso.
En uno de sus últimos discursos pregrabados soltó la palabra de turno y dijo: DITERAMBO, tal cual. Claro, en diez minutos aprender una palabra rara no es tan fácil y uno se puede confundir. La expresión correcta es DITIRAMBO y significa elogio desmedido. Me llamó la atención que la empotrara porque ni siquiera venía al caso.
El arte de introducir palabras de escaso uso coloquial en un escrito o en un discurso consiste en que su significado aproximado aparezca deducible en el contexto. De ese modo se logra comunicar y hacer docencia al mismo tiempo.
Gorriti no se ha enterado de esto y espeta palabras estrambóticas no sé con qué propósito. De este modo suelta DITERAMBO como si su error, o su ignorancia, no tuviera impacto en sus lectores o en sus escuchantes.
La paja en ojo ajeno
Gorriti es autor o es el mayor difusor público de la denominación La Pestilenciapara referirse a un grupo intolerante llamado LaResistencia. Y siente que ese es un gran aporte de su ingenio al debate político, no oculta su autocomplacencia cuando pronuncia con énfasis: ¡La Pestilencia!
Bueno pues, resulta que coincido con él en que las prácticas de La Resistencia son incluso repudiables. Obviamente no coincido con él en que no se pronuncie igual ante prácticas similares de colectivos que disfrutan de su simpatía.
Para él no importa que haya quienes le lancen conos de tránsito a un congresista anciano, que haya quién le meta una feroz trompada a mansalva a otro parlamentario, que haya quienes agarren a puntapiés a un ex Ministro de Economía casi octogenario, que haya quienes lancen basura o golpeen con una vara a abogados porque defienden a quienes no comparten sus preferencias.
Lo cierto es que o nos manifestamos abierta y militantemente contra todas las conductas violentas de agresión o estamos protegiendo a unos violentos mientras atacamos a otros violentos por lo mismo. Eso, finalmente, es defender la violencia.
Se imagina Gorriti que alguien llamara a sus violentos ¡La Flatulencia!y los atacara sólo a ellos sin reparar en que alentar la violencia política es exactamente la forma en que se destruye la democracia.
Vamos Gorriti, no eres brillante como pretendes pero quizá aún te puedas redimir.