La gratitud es la carta de presentación de nuestra actitud frente a la vida; contiene en sí misma un poder maravilloso que activa, dinamiza, corrobora y comprueba la Ley de Atracción. La Ley de Atracción resumida como la causa y el efecto kármico con el que se manifiesta el universo en cada momento de la vida y que se transmite de generación en generación.
La gratitud conlleva humildad; la humildad, no significa de ninguna manera sumisión, baja autoestima, complejo de inferioridad, mediocridad, conformismo ni siquiera timidez sino todo lo contrario; la humildad, es el símbolo de nuestra grandeza espiritual que armoniza con la eterna y vibrante energía propulsora del universo. La humildad es nuestro verdadero poder interior actuando desde la consciencia.
Agradecer con humildad es reconocer el poder de la energía universal, es ejercitarse para sentir y luego comprender los destellos de nuestra divinidad; cuando obramos con humildad, estamos controlando las expresiones rutinarias del ego que suele sobredimensionar su importancia y trata de fortalecer con arrogancia e ínfulas de superioridad su limitada presencia para ocultar su insignificancia.
Para el ego el ganar, acumular, vencer, sobresalir, destacar, prevalecer, dominar, controlar, juzgar, descalificar son los verbos infinitivos preferidos; para la consciencia lo son; vivir, crecer, experimentar, aprender, evolucionar, servir, compartir, perdonar, aceptar, edificar.
La semilla de la humildad contiene el fruto de nuestro potencial porque nos permite crecer sin avasallar; aprender, descubriendo sin ocultar el asombro de nuestra curiosidad; amar incondicionalmente sin esperar nada a cambio; perdonar siempre sin sentirnos culpables ni víctimas; dejar de juzgar porque somos conscientes de nuestras propias limitaciones; vivir en equilibrio porque no somos ni más ni menos que nadie, fluimos como energía ondulante que da y recibe en la exacta proporción de nuestra esencia; por eso, somos la parte diminuta, minúscula, pequeña, que comparte la inmensidad y complejidad del Todo y es por ese maravilloso detalle que siempre estamos en gracia.
El arte es una expresión genuina de lo que somos; si bien suele manifestarse a través de la pintura, la escultura, el dibujo, la música o la actuación; en su esencia, es una representación pura del ser; en este caso, el arte como toda semilla o disciplina debe cultivarse a través de la práctica cotidiana que forma y reafirma el hábito.
El ser agradecido es un buen hábito, nosotros recomendamos agradecer siempre a todos y por todo; cada experiencia es una oportunidad para aprender, crecer y evolucionar, por eso no existen cosas buenas o malas solo son diferentes tipos de lecciones que pueden ser duras, incomprensibles, desafiantes o simplemente placenteras, fluidas y agradables; pero todas enmarcadas en un aprendizaje continuo, donde la paciencia, la perseverancia y específicamente la humildad cumple una función importante y trascendente que es capaz de descubrir lo mejor de nosotros mismos, alcanzando una versión más consciente, más flexible, más evolucionada, más perfecta, más trascendente del Ser.
Muchas veces nos encontramos con personas que dicen “yo no tengo nada que agradecer”, son personas que suelen quejarse de la vida, que reniegan de su suerte, no saben que eso mismo que están manifestando es lo que inconscientemente están generando; queja, carencia, frustración, indiferencia, infelicidad, soberbia. Este tipo de reacción no debemos calificarla como buena o mala, solo evidencia que son personas que espiritualmente están dormidas, no han hecho consciente su potencial y necesitan comenzar a despertar para encontrar su camino y construir su propósito.
Cuando eres consciente del arte de agradecer, te acostumbras a hacerlo con generosidad y apertura; por la vida, la existencia, la provisión, por el aire que respiras, el sol que te calienta, la tierra que te provee, la luz que te ilumina, la lluvia que limpia, el afecto que te ampara, por tu salud, tu familia, tu comunidad, por la oportunidad de vivir.
Un corazón agradecido suele recibir inimaginables actos de bondad y es capaz de perdonar cualquier agravio, indiferencia o desazón porque su ser solo fluye y es atraído por las ondas generosas de la Vida.
Cuando agradecemos cotidianamente estamos enviando vibraciones positivas al universo, que reconocerá fácilmente que nuestro nivel de consciencia es elevado. En esa misma frecuencia recibiremos ondas de energía vibrante que impulsaran nuestra existencia.
Tanto la intención de agradecer como su expresión y manifestación operan en las dimensiones invisibles del espíritu y todas contienen un común denominador son ingredientes poderosos de una vida sana, trascendente y en equilibrio.
Gracias por leer, por estar, por ser; con humildad, mi alma saluda a tu alma con la intención pura y la expresión abierta de practicar juntos el arte de agradecer.