El ataque del régimen fundamentalista de Irán al estado de Israel ha merecido la condena del mundo democrático y de la mayoría de los países del planeta. Todos los países occidentales –entre ellos Estados Unidos, los estados europeos y las naciones de hispanoamérica que no se alínean con el eje chavista– han condenado el ataque, realizado con centenares de misiles, cohetes y drones contra el estado de Israel. Muy por el contrario, China y Rusia han respaldado la agresión de Irán.
El mundo se vuelve a dividir en dos grandes bloques
De alguna manera, pues, la defensa de la integridad del Estado de Israel, ha vuelto a dividir al mundo en dos grandes bloques, tal como sucedía durante la época de la Guerra Fría, en el siglo XX. ¿Cuál es la naturaleza de esta polarización mundial? Es evidente que la defensa del estado de Israel divide al mundo entre quienes apoyan los valores y principios de Occidente, y quienes se declaran abiertamente en contra de ellos.
El progresismo y las diversas corrientes de las izquierdas mundiales han intentado presentar la guerra de legítima defensa de Israel sobre la franja de Gasa como un genocidio en contra del pueblo palestino, ocultando los crímenes de lesa humanidad que cometió Hamás el 7 de octubre pasado, cuando incursionó en territorio hebreo para desarrollar una guerra de exterminio étnico, cultural y religioso. Los soldados de Hamás asesinaron a ancianos, niños y hasta fetos en los vientres de las mujeres embarazadas, y decapitaron a los soldados israelíes, a semejanza de los peores momentos de las guerras de religiones en la historia de la humanidad.
En este contexto es evidente que el sufrimiento del pueblo palestino en la Franja de Gaza es directa responsabilidad de Hamás, del terrorismo islámico que ha desatado una guerra sin sentido y de autodestrucción.
Volviendo a la polarización, cabe señalar que la tradición occidental podría ser resumida en la tradición judeo cristiana, en el desarrollo del republicanismo, que permite organizar instituciones para controlar el poder y establecer adecuadas relaciones entre gobernantes y gobernados, en el legado del derecho romano, que reconoció las instituciones naturales de la familia, la propiedad y los contratos, y –por supuesto– en la tradición capitalista que ha reducido la pobreza y ha expandido el bienestar en la humanidad. En este contexto China, Rusia e Irán no comparten y menos defienden estos valores y principios que son el fundamento de Occidente. Y muy por el contrario, alientan la destrucción y el declive generalizado de las sociedades occidentales.
Detrás de los enemigos actuales de Occidente es evidente que están el totalitarismo, la intolerancia y sistemas de gobierno que nada tienen que ver con el control político del poder, la pluralidad y el sistema de gobierno en base a instituciones. La cosa es tan evidente, ante el totalitarismo y el fanatismo, que el ataque de Irán a Israel ha dividido incluso al mundo árabe. Por ejemplo, Arabia Saudita y Jordania no solo han condenado el ataque iraní, sino que han tenido participación activa en repeler los misiles y drones de Teherán. Y si continúa la escalada de violencia y ataques, ¿por qué razón el fundamentalismo chiita no terminaría atacando y destruyendo a los países islámicos sunitas, más inclinados a separar los temas de gobierno de las tradiciones sagradas?
Hispanoamérica tampoco se ha escapado de la polarización mundial que desencadena la defensa del estado de Israel. El eje de La Habana y Caracas, y los demás satélites del chavismo, han respaldado el feroz ataque iraní. La defensa de los valores de Occidente, pues, está sobre la mesa, en los grandes debates y polaridades de América Latina. Y si bien la tecnología militar de Israel ha repelido todos los ataques, incluso ha dejado en ridículo la feroz ofensiva de Teherán (solo el 1% de los cohetes cayeron a tierra), es hora de afirmar categóricamente que la defensa del estado de Israel en el Medio Oriente es también la defensa de la posibilidad de que entre las tradiciones islámicas florezcan las más diversas y plurales interpretaciones. En otras palabras, de la defensa de la libertad.