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EL DESENLACE DE VENEZUELA Y EL FUTURO DE AMÉRICA LATINA

(El Montonero).- Si en Venezuela se consolida el fraude electoral y la dictadura totalitaria en las siguientes décadas, de una u otra manera, toda la región se habrá condenado a padecer una especie de Guerra Fría perpetua que convertirá a la América Hispana en el último vagón del mundo en temas de crecimiento, desarrollo, reducción de pobreza y consolidación de instituciones republicanas.

La guerra ideológica de las izquierdas que paraliza a la región

Al respecto vale recordar la enorme influencia que ha tenido Cuba, una isla en el Caribe, a través de los relatos, cuadros, sistemas organizativos y estrategias que ha exportado a otros países de la región. Como todos sabemos, en determinado momento todo el continente parecía haberse teñido de rojo, incluso los milagros económicos de Chile y Perú padecen gobiernos de izquierda de diferente naturaleza. Planteadas las cosas así, es evidente que la consolidación del totalitarismo en Venezuela no solo representa la mayor tragedia humanitaria de la región, sino también una amenaza real para todo el continente y un estímulo incuestionable para todas las estrategias totalitarias y colectivistas.

Si la región se entrampa en una Guerra Fría ideológica perpetua, América Latina se convertirá en uno de los últimos vagones del planeta. Por ejemplo, el Banco Mundial estima que en el 2024 el crecimiento mundial se mantendrá en un 2.6%; sin embargo, América Latina y el Caribe apenas crecerán en 1.8%. Es decir, largamente debajo del promedio de crecimiento mundial. Muy por el contrario, regiones que antes se expandían por debajo de Latinoamérica, hoy superan a la región. Según el Banco Mundial, el África Subsahariana crecerá 3.5% en el 2024; Europa y Asia Central sumarán una expansión de 3% y Asia Oriental y el Pacífico crecerán en 4.8%.

¿Por qué América Latina comienza a convertirse en uno de los últimos vagones del desarrollo planetario? Es evidente que estamos ante una consecuencia directa de las guerras ideológicas que se desarrollan en el continente. No hay otra explicación. El hecho de que los países de la región no puedan desarrollar reformas de segunda generación (reformas educativas, de salud, de infraestructuras, tributarias, laborales y otras) se explica por el choque de los modelos económicos y políticos. Hasta los milagros económicos de Chile y Perú –dos paradigmas de crecimiento, reducción de pobreza y avance de clases medias– fueron paralizados y bloqueados por gobiernos de izquierda colectivista.

En Asia, luego del fin de la Guerra Fría del siglo pasado y más allá de las experiencias particulares de China y Vietnam, no existen grandes guerras ideológicas alrededor del papel del mercado, de la inversión privada, del respeto a los derechos de propiedad y del protagonismo del Estado. Bajo una convergencia de proyectos de desarrollo, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Taiwán, avanzaron hacia el desarrollo.

Hasta los comunistas de China y Vietnam, que desarrollan audaces capitalismos de Estado que movilizan inversión privada y mercados, han organizado modelos que reducen la pobreza y expanden las clases medias. A diferencia de ellos, los comunistas latinoamericanos solo quieren aferrarse al poder, sin ningún plan, sin ninguna propuesta. Tal como lo dijo Francisco Tudela, ex Canciller de la República, los socialistas chavistas de Venezuela ni siquiera organizan soviets. Únicamente pretenden permanecer en el poder para seguir extrayendo las riquezas de Venezuela y crear oligarquías poderosas.

Por todas estas consideraciones, es incuestionable que la defensa de la democracia y el voto de las mayorías en Venezuela es la defensa de un futuro viable para la región. Es imposible desligar lo uno de lo otro. En ese sentido, debemos felicitar la firmeza, el compromiso con la libertad, que ha demostrado el Canciller Javier González Olaechea y el Ministerio de Relaciones Exteriores al reconocer la victoria de Edmundo González, el candidato de la oposición venezolana.

En las encrucijadas de la historia a veces vale más ceder a los valores y a los principios democráticos que transar con la real politik. La lucha del pueblo venezolano y la región será larga y se necesita una hoja de ruta.

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