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EL MONOPOLIO DE LOS MEDICAMENTOS

Por: Julio Ubillus Soriano.

Konrad Adenauer, como primer canciller de la recién formada República Federal de Alemania entre 1949 y 1963 fue gestor de la economía social de mercado; superando el desastre que generó la Segunda Guerra Mundial, con hiperinflación, casi nula producción fabril, exorbitantes niveles de desempleo, pobreza extrema.

Situaciones similares que también se presentaron en muchos países del orbe (entre ellos Perú), que sin estar en guerra vivían similares efectos, debido por lo general a una falta de una ruta de desarrollo económico estable y sostenible.

Es así, que en la actual Constitución siguiendo los innegables buenos resultados de la economía social de mercado, en el Capítulo del Régimen Económico (artículos 58º, 59º, 60º, 61º, 62º, 63º y 65º), regula mínimos marcos regulatorios, proscribiendo posiciones dominantes, monopólicas, concertación de precios, vulneración a la libre competencia, acaparamientos y otras perturbaciones que perjudiquen directamente a las empresas y a los consumidores, y a la larga a la economía del país.

Los monopolios, que se caracterizan por los altos niveles de poder en el mercado, desigualdad y bajo crecimiento de la productividad hacen que los consumidores paguen precios altos por malos productos; y lo que es peor, los Organismos de salud pública, al adquirir estas medicinas, contribuyen al monopolio.

Esta garantía constitucional, se encuentra violentada en el comercio de medicamentos que perjudican gravemente a la salud de la población, por el monopolio de la producción y comercialización de medicinas; no preocupándose esta industria que domina el mercado en superar por competencia calidad, investigación y costos.

El Estado, con un desconocimiento y miopía, trató de corregir esta desviación del mercado de medicamentos, obligando a la producción y venta de los denominados genéricos en número de 27, seleccionados por ser los más inmediatos en enfermedades crónicas, frecuentes y comunes.

Medida que las cadenas de producción no cumplieron, y las farmacias de venta y distribución, y al concurrir pacientes al surtir las recetas médicas las respuestas fueron “ya se agotaron”; porque precisamente estos genéricos que nunca se encuentran, son la fuente más alta de rentabilidad para el monopolio existente en el país, por la alta frecuencia de venta de estas medicinas.

El Ministerio de Salud y el Congreso, ante la crisis permanente, por sus voceros políticos se conoce que van a insistir en otros dispositivos similares al anterior para la venta de genéricos, que no van ha solucionar nada, como fue la norma a la fecha vencida.

Cuando la solución para este problema que agrava la salud de la población, es necesario aplicar las normas constitucionales que eliminan los monopolios, las leyes que limitan las fusiones para evitar el dominio del mercado y concertación de precios; y dar las facilidades para la entrada al país de nuevas industrias farmacéuticas y cadenas de farmacias, para que por competencia regulen el mercado y permitan acceso a la población a medicamentos de calidad y de precios razonables.

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