“Dime, donde está el Poder? Yo creo que el Poder se encuentra en la verdad”.
Esta fue la frase favorita de Alexei Navalny el principal líder de la oposición rusa al tirano Vladimir Putin quien por fin logró su objetivo de asesinarlo luego de un intento previo y habiéndolo condenado a una reclusión de largos años tras un juicio amañado.
Navalny es, sin duda, un héroe de la libertad, la integridad y la democracia. Al estilo de Francisco Bolognesi luchó hasta quemar el último cartucho: luego de ser envenenado con Novichok ,un agente neurotóxico desarrollado por el ejército ruso, cayó en coma y sólo logró recuperarse 5 meses después debido a que fue evacuado a Alemania donde le dieron el tratamiento adecuado.
Pero regresó a Rusia a sabiendas que Putin lo detendría de inmediato, lo que ocurrió apenas se bajó del avión. Ubicado en una colonia penal al este de Moscú en condiciones de tortura, perdió contacto con sus abogados -sus nuevos abogados, ya que los anteriores fueron perseguidos y encarcelados- a comienzos de Diciembre y, semanas después, se les informó que estaba recluido en una prisión ubicado dentro del Círculo Ártico. Tenía un régimen de trabajos forzados y confinamiento solitario obviamente respaldado por Putin cuyo récord revela que en los últimos 12 años el número de presos políticos se ha incrementado 15 veces en Rusia.
Hace unos días, sus indignos carceleros informaron que había muerto, tras enfermarse luego de una caminata en su gélido entorno. El parte médico -muerte por un coágulo cerebral-,recusado por sus propios galenos, es evidentemente reflejo de la organización criminal que lidera Putin y que ha convertido la democracia rusa en una cruel farsa.
La muerte de Navalny confirma la necesidad de cerrar filas frente a regímenes dictatoriales y oprobiosos que constituyen una verguenza para la humanidad como el de Putin cuya invasión de Ucrania ha provocado decenas de miles de muertos y que tiene orden de captura de la Corte Penal Internacional por el masivo secuestro de niños ucranianos para lavarles el cerebro en hogares rusos.
Ese es el riesgo que corre un país cuando, como ocurrió en Rusia, un grupo de corruptos oligarcas -enriquecidos con las privatizaciones de la era post soviética- decide colocar en el Poder a un agente de la siniestra KGB para defender sus oscuros y delincuenciales intereses, convirtiendo el proyecto de una democracia liberal en un infierno manejado por codiciosos cleptocratas y asesinos.
Pero,como bien lo creía Navalny,al final prevalecerá el poder de la verdad.
(*) Presidente de Perú Acción Presidente del Consejo por la Paz