La Real Academia de la Lengua Española define como rufián a una persona «sin honor, perverso, despreciable».
La frase calza, con precisión, en la figura del dictador venezolano Nicolas Maduro, que luego de inhabilitar a la socialdemócrata, Maria Corina Machado(MCM), ha hecho lo mismo con su reemplazante, Corina Yaris, prestigiada académica y profesora de filosofía, representante de la Plataforma Unitaria de oposición.
Así, Maduro se ha burlado no solo del pueblo llanero, sino de la comunidad internacional porque en la reunión celebrada el 17 de octubre del 2023 en Bridgetown, capital de Barbados, se comprometió con los representantes de Estados Unidos, Rusia, Países Bajos, Colombia y México a respetar el derecho de todas las agrupaciones a seleccionar su candidato presidencial y a dejar en libertad a los 280 presos políticos, civiles y militares, a cambio de que Washington levante las sanciones contra la industria de hidrocarburos, gas natural y aurífera de ese país.
Pero el rufián se ha burlado de todos sus compromisos para consumar un grotesco fraude electoral, donde inclusive no permite votar en el exterior porque, según la encuesta de Meganalisis Internacional, 98% lo haría por la oposición.
Ante lo sucedido esperamos que los gobiernos democráticos del hemisferio – entre ellos el Perú- retiren a sus embajadores de Caracas y no reconozcan los resultados electorales que, sin duda, darán la «victoria» a Maduro, porque éste solo ha permitido la inscripción de Manuel Rosales, gobernador del Estado Zulia, que en su momento enfrentó a Chávez y vivió exiliado en el Perú y que desde hace largo tiempo es considerado un topo del régimen .