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FELICIDAD Y DESAPEGO

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars@gmail.com

 

En una sociedad de consumo donde el mercadeo va creando en el ser humano necesidades permanentes, es todo un desafío practicar el desapego.

 

La felicidad es una aspiración humana sostenida en el tiempo, representa uno de los ideales permanentes que acompaña la evolución de la humanidad desde siempre; a partir de ella, se han elaborado un sin número de definiciones, credos, ideologías, corrientes filosóficas, evangelios, paradigmas, modelos económicos, idearios sociales, expresiones artísticas, corrientes culturales y estilos de vida colectivos o personales, todas ellas tratando de esbozar la receta perfecta para alcanzar la anhelada felicidad o acceder a alguna porción de ella.
Ante un ideal tan deseado y un concepto tan disperso cada quien puede tener su propia definición y un grado de aspiración propio de lo que es ser feliz, nosotros solo podemos sugerir algunos componentes que por consenso y definición se puede afirmar que están asociados con la felicidad; por ejemplo, el bienestar, la plenitud, la paz, la estabilidad, la salud, la gratitud, el altruismo, entre otros son manifestaciones y actitudes del ser directamente asociados con su autorrealización y trascendencia que de alguna manera nos aproximan a disfrutar la felicidad no como objetivo final sino como experiencia constante.
Espiritualmente hablando la felicidad es un estado de consciencia; un grado de reciprocidad virtuosa en la que la razón y el deseo fluyen para satisfacer esa necesidad del ser humano de sentirse útil, satisfecho y realizado haciendo consciente ese destino superior que lo conecta con lo inmortal, lo eterno, lo misterioso e ilimitado.
En la cultura occidental suele asociarse la felicidad con el éxito, especialmente económico y financiero; si bien la prosperidad y la abundancia son elementos que el propio Universo tiene y promueve no siempre la sabiduría de cómo se genera, multiplica y comparte tiene una correlación asegurada con la felicidad profunda y duradera.
Es cierto que el dinero en especial y los recursos económicos en general nos posibilitan experimentar con mayor profundidad y acceder a un conjunto de mayores oportunidades; sin embargo, ese escenario favorable puede tener un efecto contrario si el desarrollo espiritual alcanzado no se corresponde con el volumen de tenencia; entonces podemos asimilar que la libertad es superior a todo recurso material, que el espíritu después de ser naturalmente invisible es irremediablemente puro, autónomo, independiente y libre y que esa libertad es la que destapa en nuestro interior los pensamientos y sentimientos más placenteros, divinos y sublimes que vibran en armonía con la felicidad como estado de consciencia elevado y autogenerado.
En ocasiones el equilibrio y ponderación que caracterizan al Universo y a la Naturaleza, manifiestan sus excepciones adoptando algunas posturas simples pero absolutas a partir de las cuales se alcanza los resultados deseados; por ejemplo, el ser agradecido por todo y siempre es una decisión extrema que suele tener una retribución exponencial dentro de los incomprensibles hilos del destino que determina que al dador alegre jamás le falte nada. Otro ejemplo es el del amor incondicional que implica el perdón total en esa medida simbólica de las 70 veces 7 como sinónimo de eternidad; esta expresión radical de amor y perdón ilimitado es también una semilla concreta de paz y bienestar que no puede sino hacernos más felices.
Pasos para practicar el desapego emocional, la libertad
Y dentro de estos extremos generosos y bondadosos que actúan como semillas potenciales de los estados de felicidad anhelados como son la gratitud extrema y el amor pleno, surge un recurso muy importante capaz de hacer realidad el mito de la felicidad sostenida y duradera nos referimos al desapego.
El desapego es un símbolo concreto del grado de autonomía y libertad cómo gestionamos nuestro proyecto de vida. Tener y poseer son manifestaciones concretas del ego que incrementa su supuesta valía a través de la acumulación y la expansión que representa el poder.
En una sociedad de consumo donde el mercadeo va creando en el ser humano necesidades permanentes, es todo un desafío practicar el desapego. Este se manifiesta a partir de haber alcanzado un grado de consciencia mucho más elevado donde el espíritu y el ser se ponderen mucho más que el acumular y el tener; este es un primer factor que debemos manejar. No estamos en contra del dinero, al contrario el generarlo, acumularlo y potenciarlos es algo positivo y bueno mientras que no nos gobierne y controle; por eso, aconsejamos ser generosos y solidarios porque siempre será mejor el dar que el recibir y si el destino nos pone en la posición de poder dar debemos hacerlo inspirados en el desprendimiento y el desapego.
Otro aspecto fundamental a considerar es el desapego social y emocional. Somos seres sociales; pero primero somos seres libres. El grupo, la familia, los amigos, las relaciones sentimentales y ese instinto de pertenencia que nos acompaña, son elementos positivos para crecer como personas, pero desde nuestro lado espiritual no podemos estar ligados o codepender social o emocionalmente de nada ni de nadie; de manera que, ser consciente del desapego emocional y social es un eslabón más que adorna nuestro ser interior orientado a valorar y vivir intensamente el presente, el aquí y el ahora, libres de la nostalgia del pasado y de la ansiedad el futuro.
Una energía en equilibrio que agradece, ama y vive con intensidad el presente libre de cualquier dependencia y desapegado de todo que no sea nuestra esencia espiritual, es sin duda la expresión de un ser humano realizado y feliz, agradecido por todo y apegado a nada.
California diciembre 03, 2023.

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