a Fujimori no le importará si puede o debe, recuerdo que su naturaleza no considera estos elementos de análisis.
¿Puede Alberto Fujimori volver a ser presidente del Perú? La opinión de quien esto escribe es que NO. Lo dije en NO ATRACO, el programa que conduzco en Onda Digital TV, una hora antes que dijera lo mismo (mejor dicho, por supuesto) el destacado constitucionalista Aníbal Quiroga.
NO PUEDE
Fujimori está libre gracias a un indulto cuestionable. El Tribunal Constitucional, dos veces, en dos momentos y con dos composiciones diferentes, ya definió su vigencia y sanseacabó.
El indulto es el perdón de la pena no la anulación del delito (eso se llama amnistía y sólo la puede otorgar el Congreso). En ningún caso eso lo libera de los otros aspectos de la sentencia, tiene que cumplir con la reparación civil y debe cumplir con el período de la inhabilitación política, que es igual al de la condena y que recién culminará en 2032.
El Jurado Nacional de Elecciones y el Tribunal Constitucional (eventualmente) deberán pronunciarse en caso Fuerza Popular inscriba la candidatura de Alberto Kenya (a cualquier cargo de elección popular). Me parece imposible que pase ninguno de ambos filtros.
Pero, por si eso fuera poco, y probablemente desde su inscripción como militante, Fujimori deberá afrontar tachas de todo tipo. La principal será sobre su nacionalidad.
Fujimori se nacionalizó japonés, e incluso postuló a la Dieta (Congreso) en el Sol Naciente. Hasta donde se conoce la ley nipona obliga a renunciar a la nacionalidad de origen para ser ciudadano japonés. ¿Cómo lo hizo y cuánto vale su DNI peruano en esta condición? He allí una pregunta clave.
Habrá otros motivos sin duda, enemigos no le faltan y algunos muy potentes.
NO DEBE
Ahora bien, al margen de los aspectos legales, hay tópicos políticos y también humanos que hacen que una hipotética postulación de Fujimori afecte gravemente toda posibilidad de unidad nacional a mediano plazo. El más importante de ellos, no hay hesitación posible, es el de profundizar la grieta que vive el país en los últimos 25 años por lo menos. Es absurdo. Digan lo que digan, el hecho macizo es que tenemos un país fracturado y que reaccionamos a nivel de médula espinal cuando se trata de Fujimori.
Lo otro es que el señor tiene un montón de años encima, que su postulación aparenta ser un capricho senil y que su propia trayectoria conducirá al antivoto mayúsculo y no a la formulación de un proyecto nacional. Dicho esto de modo absolutamente objetivo, estaríamos corriendo el riesgo de poner en cancha a un anciano con anhelo de revancha y eso sólo puede ser terrible.
Que nadie se alegre de esto porque los antifujimoristas de oficio (o de profesión) son en gran parte responsables por inútiles (sin descuidar que hay algún malvado y cientos de aprovechados medrando del negocio). Tan inútiles que, un cuarto de siglo después, el cuco que presuntamente combatieron y derrotaron sigue vivito y coleando.
Muy bien, a Fujimori no le importará si puede o debe, recuerdo que su naturaleza no considera estos elementos de análisis. Él se empecinará en ser candidato y ya no será el chinito del tractorcito ni tampoco el hombre enérgico que creía poder con todo. Si él se ve así todavía debería cambiar de espejo.
Estamos en un momento en que votar por cualquiera que no apellide Fujimori ya no es un argumento sólido. El rival posible en ese escenario es un marihuanero confeso, matarife condenado (y otras cosas) que se hace llamar Pachacútek Azul para impresionar a damas de la sociedad mesocrática. Tampoco va.
Es hora de votar bien, por la paz, la democracia y el desarrollo con pleno empleo.