GILERO MONSE
Dicen en los mentideros políticos que Nicanor Boluarte se está frotando las manos con gran fruición. Lo cierto del caso es que, el affaire Otárola, recientemente expuesto en televisión por estar intercambiando favores amatorios por contrataciones en el Estado con jóvenes féminas, no hace más que revelar la situación moral de nuestra política. Es una clara radiografía de nuestra política doméstica, que pasa por los mocha sueldos, los violadores en los despachos congresales, los ministros que hacen de las suyas y, en general, todo aquel que se sirve de la dorada burocracia, sus mieles y su maná.