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HA MUERTO EL TRIBUNO JAVIER VALLE RIESTRA

Escribe: Alfredo Vignolo G. del V.

Alfredo Vignolo - Diario Expreso

 

fue el amigo, el gran jurisconsulto y el gran señor, gracias a su ejemplo, a su cátedra incesante de constitucionalista y fiel defensor de los Derechos Humanos.

Coincidentemente con el Día del Maestro, la mañana de este sábado se elevó a la Eternidad uno de los peruanos más ilustres que ha tenido el Perú, don Javier Valle Riestra González Olaechea, abogado constitucionalista, fiel defensor de los Derechos Humanos, fue regidor en la municipalidad Metropolitana de Lima, diputado, senador y miembro de la Asamblea Constituyente.

Lo conocí a don Javier en la década de los 80 en el Congreso de la República, escucharlo era una cátedra de jurisprudencia pura, con una oratoria sin límites…

Su último artículo publicado hace apenas un par de días en El Montonero, lo tituló “Los Derechos Humanos y el juez Borea”, donde sostuvo: “Escribo este artículo, luego de haber conocido la noticia de que Alberto Borea Odría, mi compañero de escaño en el Senado entre 1990 y 1992, ha sido elegido como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; órgano supremo de justicia supranacional del continente americano, al cual el Estado peruano está sometido a su jurisdicción para siempre. Lo felicito y auguro que Borea en su nuevo rol de juez será una garantía para la vigencia de los Derechos Humanos, porque él sí ha sufrido persecución por defender la libertad, la democracia y los DD.HH. No me ocuparé de su notable biografía, pero bastará un ejemplo para conocer su espíritu libertario y de defensa de los DDHH”.

Agregando “Si algo creo haber legado para el futuro es el hecho de que impulsé, como miembro de la Asamblea Constituyente de 1978-1979, la aprobación, en todas sus cláusulas, la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, incluyendo sus artículos 45 y 62 referidos a la competencia de la Comisión Interamericana y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No fue fácil. A la derecha, el internacionalista Andrés Aramburu Menchaca (PPC) se opuso a capa y espada, alegando que no era propio de la Asamblea ratificar tratados, sino que eso pertenecía al Poder Ejecutivo. Olvidó que esa Asamblea era un poder constituyente y, por lo tanto, omnímodo, plenipotenciario, ilimitado, en que la Nación en estado primigenio regula la estructura estatal. No era un parlamento ordinario. A la izquierda, Jorge del Prado, asambleísta y secretario general del Partido Comunista, se oponía porque desconfiaba de la OEA pretextándolo como un ente al servicio del imperialismo yanqui. La dictadura militar se atrevió a vetar ese extremo de la Constitución de 1979, singularmente su cláusula XVI. Ignoraban sus asesores que el poder constituido no puede observar lo dispuesto por el Poder Constituyente, al que está subordinado. Además, era un poder constituido de facto… y castrense”.

En el gobierno de Alberto Fujimori (1998) fue presidente del Consejo de Ministros y apenas duró dos meses ya que tuvo que renunciar. Valle Riestra recibió del Congreso de la República el voto de confianza, pese a que desde su nombramiento, reiteró su oposición a una segunda reelección de Fujimori en los comicios del 2000. “Fujimori vio con simpatía mi desempeño. He tenido mi prédica democrática que creo ha quedado en el país, pero yo ya no podía continuar más luego de los entredichos con Víctor Joy Way y con mi amigo, el general Guido Guevara, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar”, sostuvo en aquella oportunidad.

Valle Riestra dijo a los periodistas extranjeros que el legendario cabecilla del grupo maoísta Sendero Luminoso (SL), Abimael Guzmán, gozaba de privilegios al pasar su prisión perpetua; Joy Way lo acusó de irresponsable y el Consejo Supremo de Justicia Militar lo desmintió en un comunicado donde -pusieron mi firma como responsable de la dirección general de Comunicaciones del fuero militar- precisó que Guzmán estaba recluido como todos los otros “terroristas” en una cárcel de máxima seguridad sin “ningún tipo de privilegios”. La guerra estaba declarada.

El 6 de agosto de 1998, ante tan miserable comunicado del Consejo Supremo de Justicia Militar renuncié, la primera llamada que recibí fue de don Javier Valle Riestra, para solidarizarse conmigo y él al día siguiente presentó su renuncia al cargo de presidente del Consejo de Ministros.

Ese fue el amigo, el gran jurisconsulto y el gran señor, gracias a su ejemplo, a su cátedra incesante de constitucionalista y fiel defensor de los Derechos Humanos.

Descansa en paz Javier, fraternal abrazo elevado a la Eternidad, a la familia mis condolencias.

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