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LA COPA AMÉRICA: PRELUDIO DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Por : Vladimir Gonzáles Rojas.

 

Abraham Lincoln dijo: “Si tuviera seis horas para cortar un árbol, invertiría las primeras cuatro en afilar el hacha”.

 

Esta máxima nos recuerda que la preparación es fundamental para el éxito. La batalla se gana antes de librarse; el éxito es 80% preparación y 20% acción. Ambas son cruciales; pero para alcanzar la victoria es necesario desarrollar nuevas habilidades y tener una mentalidad fresca.

Dicho de otro modo, debemos afilar el hacha. Es imperativo aprender y entrenar para luego aplicar con eficacia.

En el fútbol, como en la vida, no existen atajos. Poner cara de velocidad no equivale a moverse rápido; hay una diferencia enorme y evidente. Es imprescindible un trabajo de preparación previo, con la certeza de que esa inversión de tiempo y esfuerzo se verá recompensada a corto, mediano y largo plazo.

La preparación no debe limitarse al aspecto físico; también debe abarcar lo mental y emocional. En estos ámbitos, es necesario:

  1. Analizar los objetivos a alcanzar.

  2. Elegir los métodos más adecuados.

  3. Evaluar las ventajas y desventajas disponibles.

  4. Considerar los recursos técnicos, instrumentales y humanos.

  5. Adoptar la actitud más beneficiosa.

Para cosechar, primero hay que sembrar. Nada debe dejarse al azar ni a la suerte. No debemos jugar con las expectativas del público, apelando a la esperanza y la fe como fórmulas mágicas de triunfo.

Esto es un hábito profundamente arraigado en el pueblo peruano; pero estoy convencido de que Dios no juega a los dados. Si hay alguna gracia divina que esperar, será como consecuencia del trabajo consciente, serio y responsable. Debemos realizar el esfuerzo del trabajo planificado para que, si se quiere creer así, Dios haga su parte.

La Federación Peruana de Fútbol (FPF), bajo la dirección de Lozano y Oblitas, y el comando técnico liderado por Fosatti, han demostrado lo contrario. La falta de preparación y planificación es evidente, y el rotundo fracaso en la Copa América no es más que el preludio de lo que nos espera en el resto de las eliminatorias para el próximo Mundial.

Hace tiempo que se pide trabajar con una nueva generación de jugadores, no solo para la actual eliminatoria, sino pensando en los años venideros. Países como Ecuador, Uruguay, Colombia y Brasil, pentacampeón mundial, han demostrado la importancia de este enfoque. Es necesaria una nueva etapa de preparación para conceptualizar, desarrollar y aplicar un fútbol competitivo y moderno con resultados exitosos.

Esta preparación implica trabajo físico y técnico, con énfasis en la técnica individual y el trabajo táctico, sistemático y estratégico.

Es crucial dominar sistemas tácticos avanzados y estrategias definidas, combinando intensidad y dinamismo con una mentalidad colectiva. Los atletas deben estar bien entrenados individualmente para permitir la inspiración y el talento, y colectivamente para ser solidarios y no rendirse nunca, tanto en defensa como en ataque.

Es vital generar en el colectivo amor propio y la mística del grupo para alcanzar una identidad futbolística valiosa.

Desafortunadamente, lograr esto requiere de auténticos líderes en la conducción del fútbol nacional, capaces de tomar decisiones que giren 180 grados, acorde con la demanda y exigencia de la afición. A pesar de los desastrosos resultados del último año, la esperanza de clasificar al próximo Mundial persiste. Sin embargo, la gran interrogante es, en caso de lograrlo, ¿para qué?

En la actualidad, el éxito de equipos como Francia, Alemania y España se basa en proyectos a largo plazo, centrados en el desarrollo juvenil y la innovación táctica. Estos países han demostrado que la preparación meticulosa y la inversión en el talento joven son cruciales para el éxito sostenido en el fútbol internacional.

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